La hipótesis de la investigación, publicada en la revista NPAS, se basaba en declaraciones de Barack Obama y Joe Biden sobre la salida de EEUU de Vietnam o Afganistán, según las cuales “la voluntad de luchar era un imponderable que no habían calculado”.

El punto de partida del estudio era que “sí es posible medir la voluntad de luchar”. Para demostrarlo, recogieron datos y realizaron entrevistas personales en zona de conflicto con terroristas del grupo terroristas autodenominado Estado Islámico y con militares de EEUU.

En este proceso, se puso de manifiesto que “la percepción de la fuerza espiritual, no física” es lo que “predecía la voluntad de sacrificarse por un grupo o por unas creencias”, con independencia del país o del segmento de población estudiado.

En palabras de Ángel Gómez, “las conclusiones de la investigación mostraron que la voluntad de luchar sí es ponderable y en ella tiene gran relevancia la percepción del individuo sobre sí mismo y sobre el grupo al que pertenece en cuanto a motivación, fuerza de voluntad y convicciones para luchar”.

A su juicio, “este resultado es clave en el contexto militar como es el caso, pero es un proceso universal, dado que hemos encontrado los mismos resultados en una muestra de población genérica y en un país diferente”.