"Lo que vamos a tener que hacer ahora es 'bunkerizarnos', algo que no tuvimos que hacer en el franquismo, aunque todavía no sabemos cómo", dijo Castells, tras señalar que, después del ataque sufrido en Nochebuena todavía fueron objeto de otro en Nochevieja.

En la primera ocasión, los asaltantes rompieron los cristales de los escaparates y rociaron con pintura roja y gris los libros de las estanterías, mientras que el día de Nochevieja se limitaron a romper nuevamente los cistales.

Teresa Castells agradeció las muestras de solidaridad recibidas desde distintos sectores y lugares de España, respaldadas por más de 700 firmas de libreros, editores y escritores como Javier Marías y Bernardo Atxaga.

A pesar de los múltiples destrozos ocasionados en la librería, su propietaria indicó que en estos momentos permanece abierta y que registra numerosas colas de gente que acude a comprar.

Señaló que las reparaciones más urgentes son la colocación de cristales nuevos (ahor hay tablones de madera en su lugar), así como la instalación de alguna clase de sistema de seguridad.

Desde su apertura en 1968, esta librería fue un lugar de encuentro de luchadores por las libertades y durante la dictadura franquista se venían libros prohibidos. Castells estuvo un mes en la cárcel por negarse a pagar una multa que le impuso el Gobierno tras ser detenida por reclamar el cierre de los comercios en la Parte Vieja donostiarra en protesta por los fusilamientos de 1975.