Almanza y Ponferrada (León), Carcelén (Albacete), Burgohondo y La Encarnación (Ávila), El Bierzo (León), Braojos de la Sierra (Madrid), Las Hurdes (Cáceres), Valencia, Barcelona y Córdoba son los destinos de estas misiones, que se celebran desde hace 22 años y que vuelven a la presencialidad tras la pandemia de la covid.

Los misioneros, según los impulsores de la iniciativa, estarán totalmente al servicio de los párrocos, aportan el testimonio de la fe vivida en familia o con otros jóvenes, por las calles y las casas, preparando los oficios y las celebraciones, visitando a los ancianos y enfermos, "y siendo testimonio con su presencia y alegría para que otros encuentren con el amor de Dios".

“La pandemia ha provocado en nuestras parroquias un descenso considerable de fieles. Unos porque se han hecho mayores, otros porque se han acostumbrado a no venir”, reconoce José Javier Alejo, párroco en Carcelén, (Albacete). “Los misioneros van a tener que animar a la gente para que vuelva a la Iglesia a pesar de la situación”, añade.

DOS PÁRROCOS PARA 16 PUEBLOS

“Son las misiones con más complicaciones”, dice Luis de la Infiesta, responsable junto a su mujer de las 21 familias (más de 100 personas) que misionarán en Almanza al servicio de dos párrocos responsables de 16 pueblos. Aún así, retoman la misión presencial “con ilusión a todos los niveles”.

Además, jóvenes de toda España van a participar en misiones urbanas animando la vida de parroquias en Valencia, Córdoba y Barcelona y en misiones rurales en Ruiloba y Comillas (Cantabria) y Ponferrada (León). “Las misiones ayudan a reforzar la amistad con Dios de personas que no saben que lo llevan siempre dentro, y vuelven a descubrir que Él está en su corazón”, cuenta Daniela Castellanos, “y en las circunstancias actuales, ayudan a las personas a volver a empatizar”, asegura.