Los investigadores analizaron los resultados de nueve ensayos clínicos realizados entre 1989 y 2006, observando que la música contribuía a la reducción del dolor en los bebés prematuros en pruebas como la toma de muestras de sangre del talón, y también hacía más fácil la administración de alimentos.

Entre los niños nacidos a término, el uso de la música también logró reducir el dolor postoperatorio.

Esto se reflejaba en pruebas que medían constantes vitales de los pequeños, como el ritmo cardiaco, o la saturación del oxígeno en sangre.

Según el estudio, distintos tipos de música resultaron eficaces, entre ellas la clásica, las nanas y canciones infantiles o la interpretada por solistas femeninas.