Los investigadores, del Colegio Goldsmith de la Universidad de Londres, valoraron el comportamiento rebelde y la capacidad para saber lo que piensan los otros en un grupo de alumnos de 11, 12 y 13 años, todos ellos pertenecientes a una escuela de Londres. Esto último lo hicieron mostrando fotografías de los ojos de gente, pidiéndoles ue identificaran sus sentimientos o sus pensamientos.

Por otro lado, los alumnos que admitieron ser problemáticos reconocieron que eran tres las estrategias que utilizaban más para escapar de los castigos: hacerse las víctimas, negarlo todo y culpar a otro.

Los investigadores comprobaron que cuanto más conflictivos eran los menores, más tendían a echar la culpa a otras personas cercanas a ellos. Además, los niños que tenían la mejor estrategia para negar su falta eran los que mejor interpretaban a mente ajena.