El 24 de agosto, una lancha patrullera de la Guardia Costera libia abrió fuego sin previo aviso contra el ‘Ocean Viking’, un barco de rescate humanitario operado por SOS Méditerranée en colaboración con la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR). A bordo se encontraban 87 supervivientes, que acababan de ser rescatados y 34 miembros de la tripulación.

Según las ONG, los “agresores” iban a bordo de una patrullera identificada como ‘HOUN PB 664’, una embarcación de la clase Corrubia donada por Italia a través de un programa de gestión de la migración financiado por la UE.

En un comunicado, las ONG calificaron este asalto como "el cruce de una línea roja", que muestra "la brutalidad imprudente de la Guardia Costera libia y la responsabilidad de la Unión Europea".

Este incidente "no fue un percance aislado", advirtieron, sino "el punto álgido de una serie de actos violentos que se han producido durante años y que los gobiernos europeos han permitido e ignorado".