Tribunales

La Policía tilda de "maniático" al jubilado que envió una carta bomba a Sánchez y dice que hallaron centenares de cerillas en su basura

MADRID
SERVIMEDIA

Este lunes comenzó el juicio contra Pompeyo González, el jubilado de 74 años que envió presuntamente media docena cartas bomba al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y varias instituciones más. En esta primera jornada, su defensa pidió que declarara al final del juicio y los agentes que investigaron el caso lo describieron como un hombre “muy maniático” que utilizó centenares de cerillas para fabricar los artefactos de manera artesanal.

El tribunal aceptó la petición de dejar para el final la declaración del acusado. Mientras tanto en la sala de vistas se escuchó el relato del responsable policial de la investigación que describió a Pompeyo como una persona meticulosa que “siempre adoptaba medidas de seguridad” y “muy maniático”.

Los investigadores le estuvieron vigilando durante algún tiempo y comprobaron que salía a diario entre las 9.00 y 9.30 y volvía a medio día. Pero un par de días antes de su detención cambió sus hábitos, “empezó a hacer cosas raras” y dejó de coger el coche. El agente que declaraba no descartó que se percatara de que estaba siendo vigilado e hiciera una limpieza en su casa, porque en el registro no encontraron ciertos objetos que sí se habían recuperado de su basura.

Pompeyo González envió un total de seis cargas bomba en 2022. Iban dirigidas al presidente del Gobierno, a la ministra de Defensa, Margarita Robles; a las embajadas de Estados Unidos y de Ucrania, a la empresa Instalaza y al centro de satélites de la Base Aérea de Torrejón de Ardoz. Sólo estalló la dirigida a la legación diplomática ucraniana, que se saldó con un trabajador herido.

El instructor de la investigación dijo al tribunal que en la basura del acusado hallaron “doscientas y pico” cerillas con la cabeza raspada para extraer el fósforo con el que fabricar los explosivos, una operación difícil que no siempre le salió bien, por lo que la operación fue efectiva en no más de 150 cerillas.

La investigación fue cercando a González. La letra en los sobres y los envíos desde el Centro de Tratamiento Automatizado de Correos de Valladolid, indicaban que todas las cartas habían sido remitidas por una única persona, así como las pruebas de ADN realizadas a los envíos que no estallaron.

La abogada de González quiso limitar los efectos de la declaración del investigador y puntualizó sobre el informe de los Tedax que “las cabezas de cerillas no son consideradas un explosivo”. Sin embargo, el presidente de la Sala, Alfonso Guevara, no le permitió ir por ese camino y le ordenó que dejara ese argumento “para el informe” final de la defensa.

Otro de los agentes explicó que cuando encontraron las cerillas comprobaron que “se habían intentado raspar” un total de tres cajas, que son alrededor de 300 cerillas, “pero recuperamos como 270 y habían sido raspadas. Es muy difícil quitarles la cabeza. Unas 150 se habían quemado y otras ciento y pico había logrado quitar las cabezas”. El color de los fósforos hallados en la basura era el mismo que el del explosivo desactivado en la base de Torrejón.

Este agente también participó en la detención de Pompeyo González y rememoró que ante el riesgo de que pudiera llevar algún artefacto encima “se valoró incluso llamar al GEO”, una opción que finalmente se descartó. El arresto se realizó por sorpresa y en ese momento el acusado se mostró “muy tranquilo” y dijo: ‘Os habéis confundido, yo soy una persona a la que le gusta el bricolaje’”.

La Fiscalía pide para él 22 años de prisión por un delito de terrorismo con resultado de lesiones y otro de fabricación, tenencia, colocación y empleo de aparatos explosivos con finalidad terrorista. Los artefactos podían provocar lesiones ya que llevaban metralla incorporada.

(SERVIMEDIA)
13 Mayo 2024
SGR/clc