Según Fernández de Mesa, las explicaciones que dé García Vargas, "no se trata de una cestión de Estado y, mucho menos, de un secreto de Estado que justifiquen la comparecencia a puerta cerrada".

"Más bien", añadió, "se trata de un asunto de verguenza política, por utilizar el Gobierno resortes a su alcance tan importantes como el Cesid, destinados a misiones de más alto calado, en lugar de destinarlo a misiones de espionaje casero, propio de épocas pasadas, que no prestigian dicho organismo".

En opinión del vicepresidente primero de la Comisión de Defensa, debería ser el propio diector general del Cesid, general Emilio Alonso manglano, o el "silencioso vicepresidente del Gobierno", Narcis Serra, de quien depende el servicio secreto, quienes informaran.

Una información que debería ser "en sesión pública y abierta, con luz y taquígrafos" y sobre "cuáles han sido los motivos para realizar tal seguimiento, que últimamente tiene trazas de convertirse en práctica habitual".