“Tener el agua dentro de casa, el sanitario, nos ha dado la vida porque antes teníamos que pasar más de tres horas diarias acarreando el agua para poder lavarnos, fregar y cocinar”, explicó Heidi, una de las 6.500 vecinas beneficiadas por este proyecto de la cooperación española en colaboración con Aguas de Cartagena, quien agregó que “ahora podré volver a trabajar y mis hijas podrán ir a la escuela y terminar sus estudios porque ya no tendremos que cargar con los garrafones”.

Borja Serrandor, un gaditano que coordina este proyecto de la cooperación española, opina igual que Heidi. “Ahora todo ha cambiado. Al principio los habitantes de esta zona lo vieron como un milagro, tener un grifo en casa y que saliera agua sin tener que acarrearla, pero es mucho más. Las personas lanzaban sus heces a la calle, al lado de la casa del vecino, y había muchos altercados. Ahora con los acueductos y alcantarillados se ha pacificado la zona. Además, se ha logrado que tengan su derecho humano al agua potable”.

Doris, una mujer con discapacidad, que tiene medio cuerpo paralizado por un accidente cardiovascular, calificó el proyecto español de “una bendición para el barrio”, y su hijo Keyner bromeó que ya no puede faltar al colegio por ir a por agua “porque ya la tenemos en casa”.

Doña Letizia habló con muchos habitantes de este deprimido barrio, junto a la primera dama colombiana, y recorrieron sus calles sin asfaltar, llenas de barro por las últimas lluvias. Para el barrio era un día “histórico”, como resumió la directora del colegio Metropolitano, Orfelina Narváez, que intentaba calmar a los niños, que estaban muy nerviosos por la visita de la Reina de España y la primera dama de su país.

Ante ambas bailaron una canción que pedía ser responsable con el agua, porque el agua es vida y hay que cuidarla.