Según Renfe, la circulación diaria de todos los trenes evita al año la emisión de 5,7 millones de toneladas de CO2 y supone un ahorro de 1,1 millones de toneladas equivalentes de petróleo, lo que repercute directamente no solo en la lucha contra el cambio climático sino también en la salud pública.

Estos datos permiten cuantificar la aportación de Renfe a la sostenibilidad y confirma al ferrocarril como el modo de transporte de viajeros y mercancías menos contaminante.

El ahorro en emisiones de CO2 por parte de Renfe equivale al CO2 absorbido por 34.132.000 árboles o lo que es lo mismo, al CO2 absorbido por un bosque de 26.255 hectáreas (superficie equivalente al Parque Nacional del Teide).

Renfe lleva muchos años trabajando para limitar y evitar las consecuencias del calentamiento global, esfuerzos que se recogieron en el Plan Director de Lucha contra el Cambio Climático con vigencia 2018-2030, realizado junto con Adif.

Este Plan se estructura en 4 líneas estratégicas: gestión de la energía, eficiencia energética, descarbonización y cultura, y se puede resumir en el compromiso de reducir 10 millones de toneladas de Co2 en 2030 y un ahorro de más de 250 millones de euros en costes externos.

El objetivo de la empresa es llegar a la emisión cero en 2050. En la actualidad, el 80% de la energía que consume Renfe es energía eléctrica limpia de emisión porque procede de fuentes renovables con certificados de origen.

El otro 20% se refiere al tráfico diésel y, en ese sentido, la compañía está trabajando en proyectos de innovación para sustituir el gasoil por otras fuentes renovables, como pueden ser el hidrógeno verde, el biogás o los biocombustibles de segunda y tercera generación.