Dos mujeres, que vieron cómo la persona mayor tropezaba y caía a la acera, la asistieron en un primer momento y, dado que se encontraba algo mareada, decidieron entrar en el citado restaurante, donde pidieron agua para la víctima y la sentaron en una silla.

Algunos clientes se interesaron por su salud, no así el responsable del restaurante, que ni siquiera ofreció material del obligatorio botiquín a la vista de que la víctima sangraba levemente por la nariz y por la boca a raíz del golpe contra el suelo.

De hecho, cuando un cliente preguntó por el número de la calle del restaurante, como le solicitaba el servicio de emergencias 112 para enviar una ambulancia de asistencia, aquél dudó y finalmente dijo que el número 29 aunque advirtiendo que en ningún caso la víctima podía ser atendida en el interior del local sino en la calle, sin dar más explicaciones.

Cuando llegó la ambulancia, con dos sanitarios, fueron informados por un cliente de que no podían asistir a la víctima en el interior del restaurante, lo que recibieron con extrañeza. En ese preciso momento, las dos mujeres que recogieron a la anciana del suelo salían por la puerta del local, sujetándola una a cada lado siguiendo las indicaciones del responsable del mismo de que debía ser asistida en la calle.

Finalmente, la víctima fue ayudada por los sanitarios a subir a la ambulancia donde se la sometió a distintas pruebas médicas para confirmar el alcance de sus heridas así como su estado emocional, visiblemente alterado.