Es preisamente la seguidilla el cante que más identifica a Manuel Torres, seguida por la soleá, aunque sin olvidar "Los campanilleros", una de las piezas donde el artista dejó más su impronta personal y creadora, incorporándola definitivamente al repertorio flamenco.

Otro estilo que destaca en él es la modalidad denominada primeramente de "tangos-tientos" e identificada hoy simplemente como "tientos". Con estos cantes, Manuel Torres se dio a conocer en Sevilla en 1902, marcando con su sello su fuerte personlidad.

El cantaor se convirtió en una figura mítica del flamenco para la Generación del 27, uno de cuyos poetas, Federico García Lorca, le dedicó su libro "Poema del cante jondo" con estas palabras: "A Manuel Torres, niño de Jerez, que tiene tronco de faraón". Asimismo, Rafael Alberti dijo de él que "no sabía leer ni escribir, sólo cantar".

Por su parte, el torero Ignacio Sánchez Mejía, cuya muerte lloró Lorca en una de sus creaciones, afirma sobre el artista que era "único" y subraya que tras esuchar una seguidilla de sus labios, "ya no puede uno encontrar en el mundo una belleza que iguale el cante de Manuel Torres".