Su testimonio contradice la versión de los procesados -----------------------------------------------------

MADRID
SERVIMEDIA

Angelines López Maderuelo, que trabajaba como asistenta en la joyería "Viuda de Tornero", declaró hoy ante el tribunal del "caso Corroto", que juzga a cuatro policías acusados de matar en 1984 a tres atraadores para quedarse con el botín, que cuando fue a prestar declaración en la comisaría el mismo día de los hechos, vio la bolsa de deportes con la que, según los procesados, huyó el delincuente que consiguió escapar.

La asistenta explicó que fue ella la que abrió la puerta a los atracadores después de atisbar por la mirilla y comprobar que se trataba de un hombre al que conocía, "porque unos días antes había querido entrevistarse con el señor Ojeda (oficial del taller)".

Por la descripción que aortó ese individuo, resultó ser Feliciano Martín de Paredes, uno de los atracadores muertos, que entró seguido de Fernández Corroto, "que llevaba una bolsa de deportes".

La testigo manifestó que en las dependencias policiales pudo ver "la misma bolsa del segundo atracador" y al igual que María Jesús Ojeda el día anterior, "un montón de mantas de joyería, más de cuatro", que fue el número de mantas devuelto por la policía a los encargados del taller.

Sin embargo, Isabel Vicente Jiménez, la funcionria que tomó declaración a las dos mujeres, dijo que no recordaba si en el despacho se encontraban estos objetos.

Esta policía participó en el dispositivo de seguridad desplegado por el comisario Fernández Alvárez en previsión de un posible atraco en la zona y también en la operación de Móstoles, en la que murió José Fernández Corroto, en manos de tres de los procesados, según el fiscal para evitar que denunciara los hechos.

Además, en la sesión de hoy testificó Francisco Aguilar González, otro d los implicados en la denominada "mafia policial" que en la actualidad cumple condena de 29 años por su participación en la desaparición de "el Nani".

Aguilar también prestó servicios en las dos operaciones señaladas y, al igual que su compañera, afirmó que no presenció los tiroteos, "pero ese desenlace fue accidental".

Emilio Ballesteros Manrique, entonces comisario jefe de la brigada regional de la policía judicial a la que pertencían los procesados, tampoco pudo aportar detalles sobre lo ocurrdo porque, según su versión, cada jefe de grupo contaba con su confianza y, por tanto, con autonomía plena, para montar un servicio de vigilancia sin comunicárselo.

Aseguró que en relación con el atraco de la calle Atocha, nadie le informó sobre las joyas recuperadas y que nunca llegó a saber la identidad del atracador huído "porque todo el que ha ido a a brigada ha sido por vocación y no tenía que controlar".

El comisario jefe presentó su dimisión en mayo de 1986, cuando se enteró de que sus supriores habían abierto una investigación sobre algunas actuaciones de los policías de su brigada (entre otros motivos por estos hechos que se juzgan, además de la misma desaparición de el "Nani"), al considerar "que había perdido la confianza de mis jefes".

En el momento de escribir esta información, las 20,00 horas, continuaba la sesión con la declaración de José María Montero Ortega, otro de los funcionarios de la brigada, y quedaban por declarar cuatro testigos, amigos y parientes de Fernández Corroo.

Según consta en el sumario, estos últimos estuvieron con el fallecido el mismo día de su muerte y les había advertido que acudía a una cita con los policías que le iban a pagar por haber preparado el atraco a la joyería.

Por este motivo, se encontraba muy ilusionado e incluso pensaba marcharse de vacaciones al día siguiente con su compañera, María del Carmen López García, citada por el tribunal.

(SERVIMEDIA)
23 Oct 1991
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