La muestra, comisariada por Paloma Alarcó, estará abierta al público entre mañana y el 14 de enero de 2024. En ella se expondrá cómo Picasso conjugó en su obra “lo divino y lo humano en su sentido más amplio y profundo e intuyó que, desde el principio de los tiempos, las expresiones artísticas habían adoptado una dimensión sagrada”.

La exposición se compone de un total de 40 obras, 22 de ellas del propio Picasso. A las ocho que pertenecen a las colecciones Thyssen se añaden varios préstamos del Musée National Picasso-París, de otros coleccionistas e instituciones y de El Greco, Rubens, Zurbarán, Van der Hamen, Delacroix, Pedro de Mena y Goya.

A través de tres décadas de su producción y en torno a tres temáticas, se recrea un diálogo que manifiesta “la singularidad y las paradojas” del arte de Picasso, su “personal reinterpretación de los temas y géneros de la tradición artística española y europea” y “el modo en que los mitos y ritos tanto paganos como cristianos se fusionan en muchas de sus creaciones, sobre todo a la hora de tratar los asuntos más universales de la vida, la muerte, el sexo, la violencia y el dolor”.

En ‘Iconofagia’ se reflexiona acerca de “la apropiación de determinados aspectos del pasado a través de la contemplación de las obras en los museos o de las reproducciones fotográficas que Picasso recopiló compulsivamente”; ‘Laberinto personal’ aborda “la narración de sus obsesiones personales mediante la reelaboración de los mitos y epopeyas clásicas”; y ‘Ritos sagrados y profanos’ profundiza en “su acercamiento a los ritos paganos o a la herencia de lo sacramental a través de diferentes alegorías y cosmologías cristianas”.