Así lo revela el informe ‘Sin escape II: El camino a seguir’ de Acnur, del que informó este lunes la organización y que analiza la evolución y las soluciones necesarias para suplir las desproporcionadas carencias a las que se enfrentan las comunidades más afectadas por el cambio climático, entre ellas las personas refugiadas o que se vieron obligadas a huir.

Unos 250 millones de desplazamientos internos en los países de origen están siendo causados por desastres relacionados con el clima en la última década, lo que equivale a unos 70.000 cada día. A principios de este año, 1,2 millones de personas refugiadas regresaron a sus hogares y la mitad de ellas eran a zonas vulnerables al clima.

Además, en África, donde se producen muchos desplazamientos, el 75% del suelo está sufriendo degradación, y más de la mitad de los asentamientos de personas refugiadas se encuentran en zonas de alto estrés climático.

Para 2050, se prevé que los quince campamentos de refugiados más afectados por las altas temperaturas en el mundo -situados en Gambia, Eritrea, Etiopía, Senegal y Malí-, se enfrentarán a casi 200 días o más de estrés térmico peligroso al año. Para 2040, el número de países que se enfrentan a riesgos climáticos extremos podría aumentar de 3 a 65.

Este informe, coincidiendo con la cumbre COP30 del clima, también refleja que esta situación de Africa está reduciendo el acceso a los alimentos, al agua y a los ingresos. En algunas partes del Sahel, las comunidades informan de que las pérdidas de medios de vida relacionadas con el clima están impulsando el reclutamiento en grupos armados, lo que demuestra cómo el estrés medioambiental puede alimentar los ciclos de conflicto y desplazamiento.

El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, señaló que, en todo el mundo, las condiciones meteorológicas extremas están “poniendo en mayor peligro la seguridad de las personas”. Así, están interrumpiendo el acceso a servicios esenciales, "destruyendo hogares y medios de vida, y forzando a las familias a huir una vez más” de sus hogares.

Además, se trata de personas que ya sufrieron pérdidas “inmensas” y que se enfrentan a las “mismas dificultades y devastación”, y son las más afectadas por las “graves sequías, las inundaciones mortales y las olas de calor sin precedentes”, pero son las que “menos recursos tienen para recuperarse”.

También, Grandi se refirió a los recortes de financiación de la ayuda humanitaria y para la acción climatica por parte de diferentes países como, por ejemplo, Estados Unidos, que están limitando “gravemente” la capacidad de Acnur y otras entidades para proteger a las personas refugiadas y a las familias desplazadas de los efectos del clima extremo.

Para evitar nuevos desplazamientos, la financiación climática debe “llegar a las comunidades que ya viven al límite” y no se les puede dejar “solos”. Por eso, esta COP debe dar lugar a “medidas reales, no a promesas vacías”, concluyó Grandi.