Como prueba, aucen el caso de una escuela de jóvenes en Aarhaus, que desde 1998 estableció un desayuno y almuerzo obligatorios para 42 escolares que presentaban problemas de comportamiento. El peculiar y sencillo tratamiento se tradujo en menos ausencias por enfermedad, menos conflictos y una mayor concentración en clase.

Anita Lund, una chica de 16 años, declaró al citado periódico que hace tres años, cuando bebía entre 2 y 3 litros de Coca-Cola al día y tomaba bombones con asiduidad, casi no sabía leer, problema ue ya ha resuelto y además ahora puede concentrarse y no está tan nerviosa e irascible. "Está claro que he cambiado porque como mejor", afirmó.

Jonna Deiberg, consejera en nutrición, explicó que las consecuencias de una alimentación malsana pasan desapercibidas y muchos padres no creen que el régimen alimenticio de sus hijos tenga tanta influencia en su lado psicológico, cuando lo cierto es que tiene una importancia fundamental.