La oferta es tal que los suministradores ofrecen servicios complementarios para atraer a la clientela. Se puede conseguir la mercancía por unidades o por cajas, elegir el modo de pago y el plazo de envío, comparar los gastos de transorte, etc. El coste medio de una píldora Viagra ronda las 2.500 ptas, a lo que hay que sumar unos miles de pesetas por el envío, informa la revista "L'européen".

La pastilla azul llega en el plazo de unos días tras el pedido, envuelta de forma sencilla, para no llamar la atención de los aduaneros.

Los farmacéuticos "on line" toman una serie de precauciones para no enfrentarse a la ley. Preguntan varias veces a los compradores si cuentan con prescripción médica. Como en Europa todavía no está permtida su venta, los suministradores se fían de la buena fe y no exigen ninguna prueba escrita, dado que en la red es imposible realizar comprobaciones.

Por esta razón, es muy difícil evaluar la verdadera envergadura de este comercio. A nivel de la Unión Europea, no existe ningún reglamento que impida a un individuo consumir medicamentos adquiridos en Internet. Sólo se puede castigar a las oficinas "virtuales", pero éstas se encuentran mayoritariamente en Estados Unidos, fuera del alcance de la jurisdición comunitaria.

Este tipo de venta pone en peligro el sistema de comercialización europeo. Los nuevos productos disponibles en Estados Unidos -como el Viagra- llegarían a Europa a través de Internet antes de que la Agencia Europea haya podido examinar el medicamento.

Otro de los riesgos asociados al uso de las autopistas de información procede de la posibilidad de inscribirse a ensayos clínicos realizados en todo el mundo sobre cientos de enfermos.