“Tenía la necesidad de gritar lo feliz que soy ahora como músico, y de hacerlo a través de la interpretación que es el medio por el que más me conoce la gente. Es una oda a lo feliz que soy con lo que tengo hoy, contando ciertos pasajes de mi vida: unos un poco mentira, otros un poco verdad. Y contar a dónde he llegado con el mensaje principal de que uno puede ser lo que quiera, que puedes cambiar cuando quieras con mucha constancia y las cosas terminan por llegar”, explicó Elías.

A Víctor Elías le acompaña en escena Javier Márquez en el monólogo dirigido por Fran Perea, con texto del premiado dramaturgo malagueño Pablo Díaz Morilla. “La función para en Madrid mientras continúa su gira por toda España con fechas confirmadas en el Teatro Flumen de Valencia el 8 y 9 de noviembre; y en enero Burgos y Sevilla. Este año ha pasado por el Festival de Teatro de Málaga, Valladolid, Zaragoza, Vigo, Arganda o Lebrija, entre otras plazas”.

“Creemos que la historia de Víctor puede hacer mucho bien a quien venga al teatro. Su vida no ha sido un camino de rosas precisamente y a través de ella proponeros algunas reflexiones: ¿Qué es el éxito? ¿Tenemos una imagen distorsionada de la vida de los personajes públicos? ¿Es posible salir del camino que se supone que tenemos marcado?”, destacó Fran Perea. “No tenemos respuestas, pero nos encantará que el público nos acompañe en este relato sincero, divertido y también descarnado”. “Cuando recibí el encargo por parte de Feelgood Teatro de escribir una obra sobre Víctor Elías, pensé que debía de tener una vida muy interesante, ¿quién iba a aguantar si no una función de teatro en la que simplemente cuentas tu vida?, explica Díaz Morilla. “Nadie iba a mostrar interés por un chaval que simplemente cuente su vida… ¿O sí? La primera de muchas conversaciones con Víctor me demostró que estaba muy equivocado: supe que tenía un gran personaje, uno que tiene un objetivo muy claro y difícil de conseguir y por el que lleva peleando años, supe que caben muchos giros de trama en una vida tan corta, y que la tensión dramática puede ser una constante para ciertas personas”, asegura el autor.