Los convocantes han impulsado además una recogida de firmas dirigidas al Ministerio del Interior, en la que recuerdan que miles de personas padecen ligirifobia (miedo a los ruidos fuertes y repentinos), y otras muchas con autismo o problemas de conducta sufren "hasta el extremo" cuando se encuentran en una zona de explosiones pirotécnicas. A ellas se unen los animales domesticos y fauna urbana, sobre todo aves, que en muchos casos mueren debido a la angustia y al intento de huir.

Denucian que no hay control real de la compra de estos artefactos, que se pueden adquirir en miles de tiendas sin acreditar la edad del comprador. Además, en Internet se pueden adquirir sin especificar siquiera la cantidad de pólvora o explosivos que contienen ni el metodo de envío, lo que puede poner en riesgo incluso a quien los transporta.

Un petardo normal, ponen como ejemplo, contiene 0,5 gramos de pólvora, un cohete entre 0,5 y 15 gramos, y una traca 20 gramos, y todo ello puede ser adquirido por menores de edad, mientras que un cartucho de caza de 34 gramos de peso contiene solo 2,17 gramos de pólvora.

En el caso de los animales, subrayan que los perros perciben sonidos hasta los 60.000hz, 40.000 más que el ser humano, por lo que los petardos y otros artefactos les pueden generar lesiones auditivas, además de ansiedad que en muchos casos genera infartos y huidas, lo que puede acabar en atropello del animal y en accidentes de tráfico que también ponen en riesgo la vida de personas. Además, muchas aves caen de los nidos o huyen desorientadas presas del pánico.

En los humanos, las crisis de ansiedad llevan a muchas personas enfermas o sensibles ante esas explosiones a medicarse o a alterar sus tratamientos habituales, y eso aparte de los más de cien muetos que la pirotecnia ha causado en 25 años, junto a miles de heridos y amputados, como los 138 heridos en Valencia en un solo día en 2011, o los 165 en 2006, entre ellos un bebé de quince meses, o un niño de 13 años en Alicante en 2013.

Reclaman por ello el control de la pirotecnia, dado "el peligro social que conlleva, la falta de control existente" y las consecuencias "totalmente nocivas e innecesarias" de su uso. Más de mil ciudades en Italia y cientos de ciudades y privincias en Argentina son solo dos ejemplos de lugares en los que ya se ha prohibido su uso. La diversión, concluyen, no puede implicar dolor y sufrimiento.

Proponen, en concreto, que se prohíba hacer estallar en la vía pública o en cualquier espacio al aire libre petardos, cohetes, tracas y artificios pirotécnicos similares sin que exista autorización previa administrativa y con los controles pertinentes. Además, reclaman que esa actividad en fiestas populares requiera la preceptiva autorización de la administración competente, que incluya un proyecto con las medidas para evitar accidentes y molestias a las personas y animales o daños a las cosas.

Piden que los establecimientos no puedan vender artículos pirotécnicos sin la presentación de la preceptiva autorización otorgada al comprador, que siempre ha de ser mayor de 18 años, y que se autorice siempre con carácter preferente el uso de artificios sin ruido, potenciándolos frente a los que no reducen las molestias acústicas.