Así lo recoge el organismo en la actualización de sus proyecciones macroeconómicas para el periodo 2019-2021, que publicó este miércoles.

El Banco de España explica que esta estimación para el PIB, la misma que la anticipada hace tres meses, se justifica en el corto plazo porque se compensan entre sí el comportamiento reciente de la actividad, algo más dinámico de lo esperado, con un cierto empeoramiento de las perspectivas de corto plazo como consecuencia del deterioro del contexto exterior.

En el resto del horizonte de proyección, el Banco de España señala que la valoración más desfavorable de los mercados exteriores en comparación con el anterior ejercicio de previsión tiende a verse compensada por la revisión a la baja de los precios del petróleo y por las expectativas de que los tipos de interés permanezcan en niveles muy reducidos durante un plazo de tiempo más largo.

En cualquier caso, el organismo pronostica una “prolongación de la fase alcista del ciclo” aunque con una desaceleración que estará marcada por la progresiva atenuación de los efectos positivos de las pasadas medidas de política monetaria, una “cierta moderación” en el ritmo de avance del consumo de los hogares, y, en el medio plazo, la convergencia a un tono “neutral” asumida para la política fiscal.

El organismo que dirige Pablo Hernández de Cos apunta que el crecimiento seguirá sustentándose sobre la demanda nacional, cuya aportación positiva al avance del PIB tenderá a moderarse. En contraposición, la contribución negativa que actualmente presenta la demanda externa al avance del PIB tendería a moderarse a lo largo del periodo.

No obstante, el Banco de España señala que los riesgos en torno a este escenario de crecimiento del PIB se orientan a la baja. En concreto, entre los de naturaleza externa destaca una “persistencia mayor de la incorporada en las proyecciones de la debilidad del contexto exterior”, la “indefinición” del ‘Brexit’ y la incertidumbre sobre la posible adopción de nuevas medidas proteccionistas a nivel global.

En el ámbito interno, apunta que “persiste un elevado grado de incertidumbre acerca de la orientación futura de las políticas económicas y, en particular, de la reanudación del proceso de consolidación fiscal, que es necesario para reducir la vulnerabilidad de la economía”. Subraya que “resulta conveniente que los agentes económicos internalicen las circunstancias concretas de cada sector o empresa a la hora de fijar precios y salarios, de cara a mantener las mejoras competitivas que han estado en el origen de la recuperación”.

Por su parte, advierte de que el consumo de los hogares “podría moderarse más allá de lo previsto” en escenarios de recomposición de la tasa de ahorro y moderación del crédito.

EMPLEO, INFLACIÓN Y DÉFICIT

En lo que respecta al empleo, el Banco de España mejora en una décima el ritmo de creación de puestos de trabajo para 2019, hasta el 1,6%, cifra que se repetirá en 2020 y 2021. Mientras, para la tasa de paro mejora su previsión anterior en una décima en cada año, de manera que en 2019 cerrará en el 14%, en 2020 lo hará en el 12,8% y en 2021 en el 12,1%. En media anual, la tasa de desempleo es superior y al final del periodo se situará en el 12,3%.

Por su parte, rebaja en cuatro décimas su estimación para la inflación este año, hasta situarla en el 1,2% en el índice general, debido a que la evolución reciente de los precios ha sido menos dinámica de lo anticipado en diciembre, lo que “sugiere que la traslación a precios de los aumentos salariales recientes está teniendo lugar de forma más contenida que en el pasado”. Mientras, para 2020 y 2021 la revisión de su anterior proyección es de una décima en cada caso, con lo que la inflación se situará en el 1,5% y el 1,6%, respectivamente.

En cuanto al déficit de las administraciones públicas, el Banco de España prevé que este año cierre en el 2,5% del PIB, una décima más con respecto a su anterior estimación, y mantiene en el 2% y el 1,8% su anterior previsión para 2020 y 2021.