Según refirió durante su intervención en la Comisión de Economía del Congreso, en 1988 se quiso crear con la CNMV un organismo “bien dotado” para ejercer la supervisión “de un modo eficiente y vigoroso”, pero ha perdido su autonomía para reclutar personal son las normas presupuestarias posteriores.

A título ilustrativo, indicó que el organismo encargó una auditoría a Oliver Wyman a efectos de ver cómo compara con otros 15 supervisores internacionales “de primer nivel” y, aunque sale “razonablemente bien parada” en general, la calificación en gestión de personal “ha sido muy deficiente”.

En su opinión, la “única razón” para ello es “la escasa autonomía y flexibilidad” para reforzar equipos, algo que consideró llamativo cuando la CNMV se financia directamente de las empresas emisoras y no de los contribuyentes, y el pasado año logró 21 millones de euros en beneficios que revertirán en el Tesoro.

“Sorprende que, a pesar del superávit al que antes hacía referencia, no nos sea posible dedicar importe alguno a ningún tipo de acción de reestructuración de nuestra plantilla” cuando además indicó que “empieza a tener una edad media muy superior a la de nuestros pares”.

Albella se quejó de “hasta qué punto tenemos que pedir autorización al Ministerio de Hacienda” para cuestiones como promocionar “mínimamente” a un técnico para reforzar la nueva subdirección creada para coordinar los temas relacionados con las nuevas tecnologías en el sector (fintech) y la ciberseguridad, o pagar 15.000 euros a 30 personas durante tres meses para “tener adecuadamente cubiertas las guardias”, con una respuesta a menudo negativa por parte del Ministerio.

El presidente de CNMV defendió que la ambición de reforzar equipos “es compatible” con la regla prevista en la Ley de Mercado de Valores de que el presupuesto anual, que incluye la plantilla, tenga que ser aprobado por el Gobierno y con “la prohibición de gastar un euro más del total de gastos presupuestados”, salvo autorización de Hacienda o del propio Gobierno. “Y desde luego –abundó- es compatible con limitaciones que impidan corrimientos generales al alza de las retribuciones del personal”.

Albella explicó que el organismo necesita además un sistema más flexible para poder actuar sin dilaciones dado que su personal, “muy especializado y que interesa”, resulta a menudo fichado por empresas privadas. “No se trata de que nuestros técnicos tengan retribuciones propias del sector privado. Lo único que queremos es tener flexibilidad para organizarnos y dar respuesta”, aclaró.

Durante su intervención detalló que la situación es más desafiante ante la multiplicación de la regulación a raíz de la crisis financiera, la ampliación de los ámbitos a supervisar y la necesidad de que la CNMV tenga una posición activa en organismos y foros internacionales, cuando apenas cuenta con una plantilla de 450 personas.