Así lo expuso tras la celebración de un encuentro de trabajo con empresas y asociaciones del sector alimentario y la administración pública celebrado a raíz de esta crisis que, a juicio de la organización, ha “puesto en jaque” a la industria alimentaria y ha colocado “el foco” sobre las prácticas y procedimientos que esta lleva a cabo para garantizar la calidad “óptima” de sus productos.

Para la directora general de Anecpla, Milagros Fernández de Lezeta, uno de los principales problemas en este sentido es que la industria ve a estas empresas como “la empresa de tratamientos” y la administración “pide” que sean “empresas e prevención”. “Todo ello por no hablar de las crecientes restricciones que existen a la hora de la aplicación de productos biocidas”, puntualizó en nombre de una organización que también ve “importante aumentar la percepción del riesgo por parte de los empresarios, especialmente de los pequeños empresarios”.

En este sentido, Anecpla destacó la “necesaria colaboración” de los titulares de las instalaciones de la industria alimentaria, sobre todo en lo que respecta al mantenimiento de las condiciones higiénicas, la salubridad y las reparaciones de estructuras que impidan la entrada y distribución de especies plagas.

La organización denunció, además, la problemática con la que muchas empresas de gestión de plagas se encuentran cuando son contratadas por empresas “intermediarias” con el cliente final, al que, admitió, “en muchas ocasiones no se le ofrece el servicio óptimo”.

En primer lugar, porque se encuentran con el “muro insalvable” de un intermediario que no provee de la información “integral” que la empresa de control de plagas necesita para realizar su trabajo, le “ajusta” las acciones a realizar en función de un presupuesto “cerrado e inamovible” y les “limita a la hora de trasladar al cliente los problemas que se detectan”.

Por su parte, Bernardo Ferrer, representante de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid en esta reunión, abogó por “obtener los menores riesgos con el mínimo coste” y consideró “imprescindible” que la empresa de gestión de plagas “forme parte del equipo y que valore qué puntos decide controlar para obtener el máximo beneficio”.

A este respecto, otra técnico de este mismo departamento, María de la O Álvarez, defendió como “ideal” el hecho de que la gestión de plagas “forme parte de los sistemas de prevención de la compañía desde dentro”.

Álvarez diferenció entre el pequeño comercio minorista, que se acoge a las guías sectoriales y realiza un control periódico “porque se siente obligado” y las empresas que trabajan con cadenas de alimentación y poseen un sistema de autocontrol centralizado.

En tercer lugar estarían las grandes empresas, que “suelen tener un plan de control de plagas que no siempre está imbricado con los departamentos de calidad de la propia compañía sino que suele ser externo y no demasiado coordinado”.