En un comunicado, denunció que la paralización de numerosos programas sociales ha dejado sin cobertura a buena parte de la población migrante", que ecuentra "serias dificultades para acceder a la atención sanitaria, a ayudas sociales con las que cubrir necesidades básicas como alimentación o vivienda y a información sobre la prevención del contagio o las diferentes medidas puestas en marcha por el Gobierno".

Todo esto aumenta "aún más su vulnerabilidad", indicó. Según UNAF, "una de las principales dificultades está siendo la barrera idiomática, que supone desinformación y desconocimiento en un momento crítico donde el acceso a los servicios sociales, sanitarios y de apoyo institucional son fundamentales para que las familias puedan salir adelante, cuidar su salud e incluso salvar sus vidas".

"Ante esta situación, las mediadoras y mediadores interculturales se convierten en actores imprescindibles", prosiguió, "no solo como traductores e intérpretes, sino como agentes sociales capaces de detectar necesidades y contribuir a solucionarlas al estar en contacto directo con sus comunidades de origen".

Por ello, reclamó la incorporación de la mediación intercultural como "un servicio de primera necesidad", y solicitó que los mediadores entren a formar parte de los equipos sanitarios y de los servicios sociales.

OTROS PROBLEMAS

Explicó que algunos mediadores describen "situaciones caóticas en las consultas médicas por la dificultad de comunicación", y también hablan de falta de alimentos, ya que muchas familias se están quedando sin recursos y no pueden desplazarse a los lugares donde estos se reparten.

A ello se suman dificultades en la solicitud de ayudas sociales, pues "en muchas ocasiones se requiere una documentación con la que muchas familias no cuentan o no pueden conseguir".

Otras mediadoras denuncian la situación de mujeres migrantes que sufren violencia de género y tienen dificultades para pedir ayuda, agregó UNAF. Es el caso de muchas mujeres africanas que han llegado por reagrupación familiar y están “prisioneras" de sus maridos.

Para la comunidad china, el principal problema es el racismo creciente, que se ha manifestado desde el principio de la pandemia a través de insultos e incluso agresiones.

Finalmente, otra de las preocupaciones comunes de las familias migrantes de diferentes orígenes tiene que ver con su dificultad para acceder a las nuevas tecnologías, debido a su situación socioeconómica.

"Esto impide que sus hijas e hijos puedan seguir las tareas y el curso escolar ante la suspensión de las clases presenciales, lo que supone una falta de igualdad de oportunidades en su educación", concluyó.