Quien fuera ministro en el 2018 durante el Ejecutivo de Mariano Rajoy efectuó su demanda a los grupos políticos en el Congreso durante su comparecencia en la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica, donde quiso aprovechar para brindar su apoyo expreso a la candidatura de Nadia Calviño para presidir el Eurogrupo.

Según explicó Escolano, la crisis puede elevar la deuda pública a umbrales equivalentes al 122% del PIB conforme a las estimaciones de la Autoridad Fiscal (Airef) y eso no puede dejar indiferente porque una tasa de endeudamiento tan elevada “supone un elemento permanente de vulnerabilidad ante posibles subidas de tipos en el futuro” que se unirían a la presión que ya existía del envejecimiento de la población.

En primer lugar y como también demandase la presidenta de la Airef, Escolano alertó de que en España no se ha invocado la cláusula prevista en la Ley de Estabilidad Presupuestaria y sería necesario “corregir esta situación con la presentación de un plan de reequilibrio una vez superados definitivamente los efectos de la crisis sanitaria”.

A su juicio, deberían establecerse objetivos presupuestarios “con la suficiente ambición y que estén a la altura del reto que nos plantean los niveles de endeudamiento” en un plan de consolidación fiscal “público y creíble” que ayudaría a favorecer la recuperación “a través de los efectos positivos sobre la generación de confianza en los inversores y en los mercados”.

Sin embargo, explicó que a tenor de las fuertes tasas de endeudamiento que se esperan el esfuerzo necesario para reconducir las cuentas “tiene que ser intenso y mantenerse durante muchos años”. Para volver a la tasa de endeudamiento que teníamos el año pasado en 2019, se “necesitaría mantener un equilibrio de las cuentas públicas al menos durante una década y alcanzar hipotéticamente el 60% previsto originariamente en los tratados y en el Pacto de Estabilidad requeriría al menos dos décadas”, avisó.

Por ello y dada la “magnitud” del esfuerzo que tenemos por delante y que “no será fácil”, consideró que se precisa para su consecución “un acuerdo político nacional que se prolongue durante, al menos, dos legislaturas”.

Escolano consideró un error plantearlo como algo que se exigirá desde fuera o la UE por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, sino que hay que mirarlo “como una necesidad que se deriva de nuestro ordenamiento fiscal” y “redundará, en definitiva, en la sostenibilidad de nuestro propio sistema de protección social”.

A la hora de acometerlo se felicitó porque se hayan puesto en marcha las revisiones de gasto público por parte de la Airef, ya que era un déficit claro del que se adolecían a la hora de abordar los programas presupuestarios frente a otros países como Alemania u Holanda.

ATAJAR EL GASTO PÚBLICO

Según indicó, la consolidación fiscal “es más sólida y más duradera cuando en primer lugar se asienta en un control de gastos” mientras que “aquellas que sólo se basan o se basan prioritariamente en subidas de impuestos suelen ser menos consistentes y duraderas”, aunque reconoció que en España se necesitará una combinación de revisar los gastos públicos buscando eficiencias y, “a partir de ahí, ajustar ingresos”.

Según el exministro, España necesita recuperar el crecimiento diferencial que tenía frente a otros países de la eurozona “para asentar la recuperación de nuestra economía y, en particular, absorber ese fuerte impacto del endeudamiento”. Sin embargo, subrayó que eso sólo se puede lograr “si mantenemos en el tiempo un conjunto de reformas que ayuden a incrementar nuestra productividad y, por ende, la competitividad de nuestra economía en relación con nuestros socios europeos”.

Escolano apuntó que se abre una oportunidad importante con los fondos articulados por Europa y el Plan de Reformas que se presenta semestralmente, donde se podrían justificar “las oportunas disposiciones de recursos”, suponiendo “una ventana interesante para facilitar y estimular las reformas e inversiones que la economía necesita”.

A su juicio, “áreas clave no faltan” porque se precisarán mayores inversiones en algunas tan esenciales como las energías limpias, la eficiencia energética en la edificación, la digitalización, la innovación, la financiación de nuevos emprendedores, el sistema nacional de ciencia o la investigación sanitaria.

Sin embargo, indicó que el futuro plan nacional de recuperación debe enfocarse “con las luces largas, con una perspectiva amplia en el tiempo y siendo también el resultado de otro gran acuerdo nacional”, similar al que se precisa para nuestras finanzas públicas. “Sólo así, en mi opinión, aseguraremos que tenga un impacto duradero sobre la recuperación de nuestra economía y la mejora de nuestro potencial de crecimiento a largo plazo”, resumió.

Entre las reformas a acometer quiso poner especial acento en el tema concursal, animando de forma directa a los diputados a “reflexionar” sobre la necesidad de afinar la normativa sobre la llamada segunda oportunidad. Urgió convencido de que “en estos momentos la urgencia de la crisis está tapando otros temas que van a venir y cuando tengamos asumido el primer impacto llegará una segunda ola de problemas en el ámbito empresarial”, donde los aspectos de naturaleza concursal y de segunda oportunidad tienen que ser importantes”.

30.000 EMPRESAS EN RIESGO

A este respecto indicó que en la crisis anterior hubo unos 9.000 concursos en España y ahora algunos expertos están augurando unos 30.000. “Probablemente el sistema español, tal como lo tenemos, puede entrar en un colapso similar a unos problemas hospitalarios que hemos tenido durante esta primavera. Sería intolerable que la pyme española acabe pagando problemas que tienen una naturaleza puramente administrativa o de procedimientos”, alertó.

A este respecto recordó que la directiva sobre reestructuración está pendiente de aprobación y transposición, cuando la pyme, que “va a sufrir mucho”, acaba en liquidación ahora en el 90% de las ocasiones que termina en un proceso concursal.

En tercer lugar y ya en clave europea instó un tercer acuerdo de gran calado para “cerrar definitivamente la arquitectura de la Unión Económica y Monetaria”. Según Escolano, su diseño está claro desde hace años y recogido en documentos, aunque la eurozona se ha embarcado desde entonces “en un debate estéril y en buena medida circular entre mutualización y reducción de riesgos que ha impedido cerrar los últimos aspectos pendientes”.

En su opinión se necesita “un compromiso político firme” con un programa de trabajo trazado, por ejemplo, a ocho años al estilo de a como se hizo con Maastricht a principios de los noventa y que “ayudaría a eliminar las últimas incertidumbres residuales sobre la eurozona, a la vez que aliviaría la presión que la crisis ha impuesto sobre la política monetaria común”.