El impacto que la pandemia por Covid-19 ha tenido y puede tener sobre la salud mental de los niños y adolescentes no es uniforme. Dependerá de factores diversos, como fallecimientos de seres queridos, separaciones de sus cuidadores por causas laborales o de aislamiento obligados por contagio, trastornos mentales de base y vulnerabilidad personal.

La encuesta, promovida por la Plataforma de Asociaciones de Psiquiatría y Psicología Clínica por la Salud Mental de la Infancia y Adolescencia, pone de manifiesto que no sólo los menores más vulnerables a los cambios de rutina o con necesidades de apoyo social sufren en mayor medida las consecuencias del confinamiento. También cualquier niño o adolescente puede manifestar síntomas de ansiedad o depresión como consecuencia y respuesta adaptativa la crisis sanitaria.

Los resultados revelan que el grupo situado entre 7 y 12 años es el que presentó más problemas durante el confinamiento. Los niños con problemas de conducta, trastornos del desarrollo o trastornos de tipo ansioso, así como los pertenecientes a familias en riesgo de exclusión social, representan los grupos con mayores dificultades.

Para los menores, el confinamiento supuso tranquilidad por no tener que ir al colegio y estar en casa, aunque señalan las dificultades en la realización de las tareas escolares, el malestar por no poder ver a sus abuelos o amigos y el mayor tiempo de uso de las “pantallas”.