Medioambiente

Las ciudades europeas apuestan por límites de calidad del aire más restrictivos que los marcados por la UE

MADRID
SERVIMEDIA

Varias ciudades europeas ya no consideran suficientes los valores límite de contaminación marcados por la Unión Europea (UE), por lo que apuestan por los aconsejados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), aún más restrictivos.

Así lo refleja un estudio liderado por el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (Idaea) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Csic) y la Agencia Europea de Medio Ambiente (Aema), tras evaluar las medidas de mejora de la calidad de aire desarrolladas por 10 ciudades europeas entre 2013 y 2018, entre ellas: Amberes, Berlín, Dublín, Madrid, Malmö, Milán, París, Plovdiv, Praga y Viena.

El estudio, publicado en la revista Environment International y realizado en colaboración con tres institutos de salud pública y calidad del aire de Holanda y Noruega, analiza las medidas que se habían implementado hasta 2018, los criterios en los que se habían basado, cuáles eran las fuentes de emisión más relevantes y cuáles eran los desafíos a los que cada ciudad se enfrentaba a la hora de establecer las medidas.

Los resultados obtenidos indican que ha habido un aumento de la concienciación acerca de la necesidad de mejorar la calidad del aire en las ciudades. Respecto a las fuentes de emisión, las ciudades coinciden en que el principal problema sigue siendo el tráfico de vehículos.

Los avances y estrategias para mejorar la calidad del aire son diferentes en las ciudades, como consecuencia de sus tipologías y sus características culturales y socioeconómicas.

En el caso de Madrid, por ejemplo, entre los años 2013 y 2018, se instalaron más puntos de muestreo, se contó con asistencia de expertos externos y se comenzó a monitorizar puntualmente más parámetros, como las partículas ultrafinas o el carbono negro.

Muchas de las ciudades fomentaron además medidas destinadas a la restricción de la circulación de vehículos diésel, el fomento del uso de la movilidad eléctrica, así como las iniciativas para compartir el vehículo de transporte.

Los desafíos son también variados, ya que no hay una solución que valga para todas las ciudades. Si bien, el estudio concluye con la necesidad de diseñar enfoques integradores que involucren activamente a las administraciones y la ciudadanía, incentiven la búsqueda de co-beneficios (políticas beneficiosas para la calidad del aire, clima y salud humana) y se focalicen en fuentes de contaminación específicas.

(SERVIMEDIA)
21 Ago 2020
IAR/pai