Torra habló durante media hora en la sesión monográfica que celebra este miércoles el Parlamento catalán sobre su inhabilitación, ante una veintena de diputados de los tres grupos independentistas (JxCat, ERC y CUP), a los que tuvo que dar las gracias media docena de veces por el aplauso de un minuto que le prodigaron antes y después de su discurso. No se quedó al debate subsiguiente en la Cámara.

El expresidente insistió en los planteamientos que ya expuso el lunes en la “declaración institucional” que pronunció desde el Palau de la Generalitat, una vez recibida la notificación de que, rechazado su recurso por el Tribunal Supremo, se hacía efectiva la sentencia del TSJ de Cataluña por la que en noviembre de 2019 se le inhabilitó para cargo público.

La sentencia aplicó un punto de la ley electoral que establece la imposibilidad de que ocupe un cargo público todo condenado por un delito contra las administraciones. En el caso de Torra, la condena fue por desacatar la orden de la Junta Electoral Central de que retirara los lazos amarillos y las pancartas por los “presos políticos” durante la campaña de las elecciones generales pasadas.

Torra se negó a “normalizar, aceptar, digerir, banalizar” el “trato represivo” que supone que la soberanía del pueblo catalán haya sido menoscabada por “un tribunal de parte” a 600 kilómetros de Cataluña. Lo que definió como “un golpe de Estado contra las instituciones de nuestro país”.

RECURSO A ESTRASBURGO

“Cualquier persona que tenga un poco de sentido democrático se ha de revolver contra esta persecución sistemática”, desafió, antes de resaltar, como el lunes, que “será Europa quien juzgue al Estado español”, dando a entender que él recurrirá su inhabilitación ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Según dijo, en ninguno de los países de la UE “es imaginable que se inhabilite a un presidente por haber puesto una pancarta” y no se puede “normalizar” que los tres últimos presidentes de la Generalitat hayan sido inhabilitados por haber hecho aquello por lo que fueron votados.

A los diputados que le escuchaban les advirtió de que los escaños que ocupan no les pertenecen a ellos, sino a sus votantes, y les prometió que él no llevará nunca a los tribunales una expresión formulada por alguno de los diputados catalanes, en referencia a la denuncia de Ciudadanos por la pancarta que terminó deparando su inhabilitación. “Vergüenza”, exclamó.

Torra volvió a prometer: “Lo volveremos a hacer”, en alusión a una nueva independencia unilateral. “Asumir las consecuencias de querernos libres”. A su modo de ver, el camino es la “ruptura democrática”, la “desobediencia civil”, encarnadas, tal como lo planteó, en el 14 de abril (proclamación de la II República española) y el 1 de octubre, porque “no habrá otra forma de independizarse”.

También como el lunes, fijó como siguiente episodio la próxima convocatoria electoral. “Tenemos unas elecciones para demostrarlo. De nosotros depende que sean una ratificación del 1-O o que sean otra cosa”. Así, instó a los próximos electos a que “el Parlamento sea fiel al mandato de la ciudadanía: o monarquía española o república catalana”. Y se despidió: “Estaré a vuestro lado si lideráis esta ruptura democrática y seguís al pueblo catalán”.