Ciencia

Descartan que municiones de uranio empobrecido causaran el síndrome de la guerra del Golfo

- La exposición al gas sarín es la causa más probable, según un nuevo estudio

MADRID
SERVIMEDIA

La inhalación de uranio empobrecido por la explosión de municiones no provocó el síndrome del Golfo en los soldados desplegados en la guerra del Golfo Pérsico de 1990 y 1991, un conflicto bélico librado por fuerzas de coalición lideradas por Estados Unidos contra Iraq después de que este país, por orden de su presidente, Sadam Husein, llevara a cabo una operación militar de invasión de Kuwait.

Así se explica en un nuevo estudio publicado en la revista 'Scientific Reports'. Sus autores principales son Robert Haley, director de la división de epidemiología del Centro Médico de la Universidad del Suroeste de Texas (Estados Unidos), y Randall Parrish, profesor de geología isotópica en la Universidad de Portsmouth (Reino Unido), declaran no tener conflictos de intereses al realizar el trabajo.

El estudio elimina una causa sospechosa de síndrome de la Guerra del Golfo que había atraído la preocupación internacional durante tres décadas.

Los investigadores creen que la causas más probable del síndrome del Golfo es la exposición generalizada de bajo nivel al gas nervioso sarín causada por la destrucción de instalaciones de almacenamiento de armas químicas iraquíes en enero de 1991, posiblemente agravada por el uso de medicamentos contra agentes nerviosos y el uso de pesticidas para prevenir enfermedades transmitidas por insectos en las fuerzas de la coalición.

Gracias la espectrometría de masas multicolector de alta precisión, los investigadores examinaron una muestra representativa de orina de veteranos excombatientes mantenida por el Programa de Investigación de Enfermedades de la Guerra del Golfo de la Universidad del Suroeste de Texas. Los autores no hallaron diferencias en la secreción de proporciones isotópicas de uranio entre casos de síndrome de la Guerra del Golfo y veteranos sin esa enfermedad.

UN 25% DE AFECTADOS

El síndrome de la Guerra del Golfo, que afecta a cerca de un 25% de los alrededor de 700.000 miembros del personal militar estadounidense y de la coalición desplegados en el teatro de operaciones de la Guerra del Golfo Pérsico, es una enfermedad crónica con síntomas que pueden incluir fatiga, fiebre, sudores nocturnos, problemas de memoria y concentración, diarrea, disfunción sexual y dolor corporal crónico, comparables con las anomalías del sistema nervioso autónomo y la disfunción del sistema colinérgico del cerebro, que se asocia con funciones cognitivas como la memoria, la atención selectiva y el procesamiento emocional.

Como los veteranos de la Guerra del Golfo estuvieron expuestos a peligros no experimentados en conflictos anteriores, la extensa lista de presuntos culpables a lo largo de los años incluye el estrés físico y psicológico de la guerra, la exposición a pesticidas o gases nerviosos, exposiciones a municiones de uranio empobrecido, píldoras de bromuro de piridostigmina tomadas por las tropas para protegerse contra agentes nerviosos, vacunas para infecciones y toxinas en el teatro, y exposición a petróleo y humo a favor del viento que salió durante meses de cientos de pozos petrolíferos en llamas.

El ejército estadounidense ha utilizado uranio empobrecido desde la década de 1990 para el blindaje de tanques y algunas municiones debido a su alta densidad, que permite penetrar en vehículos blindados enemigos.

Cuando un proyectil de uranio empobrecido penetra en un vehículo, la intensa explosión libera pequeñas partículas de uranio empobrecido que pueden inhalarse o tragarse, así como fragmentos de metralla de uranio empobrecido más grandes que pueden incrustarse en músculos y tejidos blandos. Se cree que los efectos adversos posteriores son el resultado de la toxicidad de metales pesados ​​y la radiación de partículas alfa del uranio empobrecido concentrado en los pulmones, riñones y huesos de los afectados.

300 TONELADAS

Durante la Guerra del Golfo, se dispararon alrededor de 300 toneladas de municiones de uranio empobrecido contra objetivos en Kuwait y el sur de Iraq, lo que provocó algunos incidentes de fuego amigo y exposiciones secundarias a aerosoles.

Según el Departamento de Asuntos de Veteranos, algunos excombatientes de la guerra del Golfo (1990 y 1991), la guerra de Bosnia (de 1992 a 1995), la Operación Libertad Duradera (en Afganistán de 2001 a 2014), la Operación Libertad Iraquí (de 2003 a 2010) y la Operación Nuevo Amanecer (en Iraq de 2010 a 2011) pueden haber estado expuestos al uranio empobrecido cuando estaban dentro o alrededor de vehículos golpeados con fuego amigo, cerca de vehículos en llamas, en las cercanías de incendios o alrededor de vehículos dañados.

Haley y Parrish llevaron a cabo el estudio después de darse cuenta de que el papel del uranio empobrecido en el síndrome del Golfo nunca se había probado adecuadamente. Usando métodos desarrollados por la Royal Society británica, calcularon el nivel de uranio empobrecido que se encuentra en la orina a lo largo del tiempo después de diferentes niveles de exposición que causan enfermedades.

Descubrieron que la espectrometría de masas de campo sectorial menos sensible utilizada para medir el uranio empobrecido en la orina en estudios anteriores, aunque adecuada para detectar uranio empobrecido en los pocos veteranos con grandes fragmentos de metralla retenida, no detectaría las cantidades más pequeñas que se esperan de una exposición por inhalación mucho más común o ingestión oral.

El espectrómetro de masas multicolector operado por Parrish, que dio resultados al menos 10 veces más sensibles y robustos que las mediciones empleadas en estudios anteriores del síndrome del Golfo, pudo detectar los niveles más bajos esperados.

SIN RASTRO DE URANIO EMPOBRECIDO

En su estudio, Parrish probó los niveles más bajos de uranio empobrecido en 154 muestras de orina, incluidas 106 tomadas de veteranos con síndrome de la Guerra del Golfo que cumplen con las definiciones de caso estándar y el resto comprenden dos grupos de control que representan a los veteranos de la Guerra del Golfo sin síntomas de la enfermedad y los veteranos que no fueron desplegados.

Los excombatientes, procedentes de una muestra representativa en el ámbito nacional de veteranos de la era de la Guerra del Golfo, fueron estudiados en una unidad de investigación de un hospital donde se recogió orina durante 24 horas en botellas especiales de recolección prelavadas con ácido nítrico para eliminar cualquier rastro de uranio natural que pudiera interferir con el ensayo.

En todas las muestras, los científicos no encontraron uranio empobrecido presente, ni en ninguno de los que tenían la enfermedad, ni en el grupo de control desplegado en el teatro, ni en los que no estaban en el campo de batalla, ni siquiera en la muestra de un excombatiente que sobrevivió a un incidente de fuego amigo que destruyó su vehículo de combate Bradley, lo que hizo que inhalara los gases calientes que contenían uranio empobrecido resultantes y lo acribillara con metralla que se eliminó meses después.

"Estos hallazgos esencialmente descartan un papel del uranio empobrecido en la causa del síndrome de la Guerra del Golfo", sentencia Haley, que agrega: "También tienen implicaciones para el debate internacional sobre si desde entonces el uranio empobrecido ha estado causando enfermedades en otros escenarios de guerra donde se usaron municiones de uranio empobrecido, ya que la preocupación por esas situaciones se planteó originalmente por la especulación de que el uranio empobrecido causaba el síndrome del Golfo".

Parrish subraya: "Esta cuestión del vínculo entre el uranio empobrecido y la enfermedad ha surgido durante casi 30 años, pero podríamos argumentar que es hora de buscar en otra parte. Desmentir la supuesta conexión entre esta sustancia radiactiva y el síndrome de la Guerra del Golfo permite que la comunidad médica se concentre más claramente sobre cuáles son en realidad las causas probables".

(SERVIMEDIA)
21 Feb 2021
MGR/clc