Pandemia

Uno de cada cuatro adolescentes sufre depresión o ansiedad por el aislamiento y el cambio de rutina ha aumentado su estrés

MADRID
SERVIMEDIA

Uno de cada cuatro adolescentes que han sufrido aislamiento por Covid-19 presenta síntomas depresivos o de ansiedad por el aislamiento y el cambio de sus rutinas escolares durante la pandemia, unido al miedo y la incertidumbre por la situación ha aumentado su nivel de estrés.

Así lo subrayó este jueves la psiquiatra infantil y juvenil Gemma Ochando, especialista de la institución sin ánimo de lucro La Salud perteneciente a la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, en un comunicado en el que agregó que la adolescencia es una etapa de transición que se presenta como un periodo de “mayor vulnerabilidad ante problemas de salud mental”.

Tras puntualizar que este cambio de horarios y rutinas durante la actual crisis pueden derivar en la falta de un sueño adecuado que, a su vez, puede repercutir en el aprendizaje escolar, subrayó que también han aumentado los posibles “estresores” como son la vivencia de una posibilidad de contagio, la incertidumbre generalizada sobre el futuro o la exposición “excesiva” a noticias “inquietantes y poco adaptadas a su edad”.

RELACIONES

Uno de los cambios más importantes a esta edad que ha conllevado la pandemia por coronavirus ha sido la alteración de las relaciones interpersonales y la disminución del tiempo de contacto con sus “iguales”, muy importantes, según la experta, en la formación de la identidad personal a esta edad.

“Ha disminuido la capacidad de conocer nuevos amigos o compañeros de su edad al limitar todas las salidas y actividades durante el confinamiento y las posteriores restricciones de movilidad”, recordó, convencida de que a esta edad la duración de las restricciones supone un “mayor impacto” que en el caso de los adultos.

En paralelo, recordó que el aburrimiento y la disponibilidad de más tiempo en casa han conllevado un aumento en el uso y abuso de la tecnología, que en algunos casos ha podido agravar su dependencia a los dispositivos electrónicos, si bien estos también han ayudado a mantener la comunicación con sus amigos.

La experta también destacó que la interrupción de terapias y tratamientos específicos ha podido empeorar el seguimiento de posibles patologías mentales y de síntomas en los adolescentes que ya presentaban dificultades y que el confinamiento y las restricciones a la movilidad pueden haber aumentado los conflictos familiares, pero matizó que han supuesto también una “oportunidad para reforzar lazos afectivos”.

Con todo, la doctora insistió en que la “mayoría” de niños y adolescentes presenta una “alta capacidad de resiliencia sin desarrollar problemas de salud mental”, si bien dicha capacidad “no elimina la necesidad de acompañar a los niños y adolescentes en este proceso”, por lo que instó a las autoridades a “tomar conciencia” de las posibles “repercusiones” del distanciamiento social y de las restricciones en las relaciones entre los adolescentes y en su desarrollo social.

(SERVIMEDIA)
25 Feb 2021
MJR/gja