Cendoya explicó en este evento organizado por Nueva Economía Fórum que toca ir de la mano para “avanzar en la misma dirección” y que la regulación debe estar igualmente alineada con la meta, deslizando que en el Santander eso implica colaborar también con los gobiernos de los diferentes países donde opera.

Precisamente recordó que el grupo cántabro acaba de dar “un paso valiente” con la comunicación de una estrategia donde no solo se compromete a ser sostenible con sus operaciones y poner a cero sus emisiones, sino también que se volcará en ayudar a los clientes a conseguir avanzar en el mismo camino.

“Estamos hablando de la cartera de nuestros clientes: de los 900.000 millones en créditos que tenemos”, de forma que será un proceso “en común con nuestros clientes de cooperación en el marco de la regulación de los países”.

En su opinión, no se trata de una apuesta u opción sino de una realidad que se está imponiendo y una prueba de ello es que cuatro de los grandes inversores mundiales, entre los que se incluye el gigante BlackRock, ya han avisado de la adopción de modelos económicos para medir “empíricamente” si invierten más o menos en las empresas “según su compromiso con medioambiental”.

“Y el tema sostenible, ya no sólo el tema de la economía baja en carbono, sino también es el uso del agua en el uso de papel”, agregó, reparando que en el caso de la banca el regulador ultima además una norma para exigir a las entidades un ratio sobre el porcentaje de inversión renovable sobre el total de sus activos, con consecuencias sobre la hucha de capital a acumular.

El directivo del Santander valoró que esta vez Europa esté liderando el movimiento a escala global, aunque auguró que será complicado ya que es “dificilísimo” conjugar aspectos tales como cómo se abordará el tema del carbón en países muy dependientes como Polonia con el tema de la Amazonía o el Amazonas en Brasil.

Su valoración la realizó en respuesta al responsable de Cambio Climático de Iberdrola, Gonzalo Sáenz de Miera, quien apuntó que las grandes economías del mundo se están marcando como objetivo ser neutras en emisiones en el 2025, y va más allá que una meta medioambiental ya que supone “una estrategia de crecimiento económico”.

A diferencia de hace años, en los que la descarbonización resultaba un desafío muy gravoso, indicó que “la espectacular reducción de costes de las renovables en las materias” hace que estas energías limpias sean “más baratas que las fósiles”. “Hoy vemos como posible cultivar una economía más competitiva con una energía más barata”, concluyó, indicando que las renovables “son más económicas en el 95% del planeta”.