La sentencia emitida hoy por este juzgado considera probado que los acusados hicieron un trato con varios individuos sudamericanos para recoger en alta mar una cantidad de cocaína que no se pudo determinar e introducirla en España a través de la costa gallega. Los intermediarios exigieron una contraprestación superior a la habitual, dada la mayor discreción del medio de transporte que se iba a utilizar: un artefacto semisumergible.

Sin embargo, el día fijado para la botadura de la nave, su piloto, desconfiando de la seguridad de la embarcación, se negó a seguir el periplo. Así, optó por dejarlo abandonado en medio de la ría de Vigo, para que fuese localizado por la Policía y forzar así a los dueños de la droga a hacer el transporte de la misma en un velero. El submarino fue encontrado por las fuerzas de seguridad al día siguiente.

En los registros efectuados en los domicilios de los acusados y en el velero, los agentes se incautaron de varios teléfonos portátiles, casi 10.000 euros en efectivo para financiar una nueva operación con la que poder saldar la deuda contraída tras el fiasco del narcosubmarino, fotografías y planos del sumergible, ejemplares de prensa con la noticia de la aparición del aparato, notas relativas al punto de encuentro para el trasvase del alijo y cartas náuticas de las rías de Pontevedra, Arousa y Vigo y del litoral portugués, entre otros efectos.