Así lo anunció el Comité a través de un comunicado en el que precisó que se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento de Teguise para censurar su “colaboración” con esta iniciativa y reclamar la retirada de la campaña al entender que el acuerdo con la tabaquera “viola” el artículo 5.3 del Convenio Marco para el Control del Tabaquismo, que hace referencia a la formulación de políticas de salud pública frente a la “interferencia” de la industria tabacalera, protegiendo dichas políticas contra los intereses comerciales de la industria.

En él se prohíbe el patrocinio o participación de la industria tabacalera en acontecimientos, eventos y actividades, cuyo “fin último”, según el CNPT, “no es otro que promocionar sus productos”.

“Contamos con las herramientas legislativas para lograr una comunidad libre de humo y aerosoles, que normalizan de nuevo el acto de fumar y ponen seriamente en riesgo la salud de quienes lo usan y de los que se exponen a ellos de forma involuntaria en su entorno”, sentenció el Comité.

En su carta, el CNPT insta al consistorio a asumir el “reto” de promocionar una isla atractiva al turismo, mediante la aplicación de las medidas necesarias para considerarla “libre de humos” de tabaco y aerosoles proporcionados por los productos de tabaco calentado y dispositivos susceptibles de liberación de nicotina.

TÁCTICAS ENGAÑOSAS

Además, criticó que, a través de la campaña, se repiten “viejas estrategias y tácticas engañosas” de la industria tabaquera para "mantener a los fumadores en el consumo de cigarrillos”, entre las que citó la “ocultación” de su toxicidad a la opinión pública, el daño a la salud del humo ambiental del tabaco, la “manipulación” de su contenido para aumentar la capacidad adictiva, el uso de mensajes como “fumar más saludablemente”, así como el empleo de estrategias de publicidad, dirigidas a públicos concretos como la población joven.

Junto a ello, lamentó que las grandes tabaqueras utilizan “grandes agencias de comunicación” para lograr un “impacto” en los diferentes públicos objetivos, “reposicionando” en el mercado sus dispositivos de liberación de nicotina y creando una imagen corporativa de responsabilidad social y de “aparente interés por la salud”.

Todo ello, según el Comité, “secuestrando conceptos de salud pública” como la reducción de daños e incluso marcando objetivos para conseguir una generación libre de humo de tabaco mientras "interfieren a todos los niveles sociales y políticos para retrasar y debilitar las políticas de control del tabaco”.

“Todas sus estrategias pretenden reducir la percepción de riesgo de sus productos de tabaco calentado y cigarrillos electrónicos, desviando la atención de la capacidad adictiva y la toxicidad, intentando presentarlos como atractivos, para así favorecer su consumo”, apostilló el Comité, que desaconsejó el uso de cualquier dispositivo que proporcione tabaco calentado o sea susceptible de liberación de nicotina.