Lo desveló el propio Pisarello en rueda de prensa antes de la Junta de Portavoces, cuando explicó que había presentado en la reunión de la Mesa una protesta por la actuación de Sánchez, quien llamó “bruja” a la diputada del PSOE Laura Berja y se negó a abandonar el Hemiciclo cuando se le expulsó por esos insultos.

El secretario primero de la Mesa no se mostró conforme con la reprimenda que la presidenta, Meritxell Batet, hizo al grupo parlamentario de Vox, porque “si este tipo de actuación se repite no basta con las simples reconvenciones verbales” y “hay un Reglamento del Congreso que debe aplicarse”.

Pisarello solicitó “que se abra un debate y se puedan aplicar los artículos 101 y 106, que prevén sanciones más contundentes”. En concreto, el 101 contempla “la suspensión temporal en la condición de diputado” por “razón de disciplina parlamentaria”; uno de los supuestos es “cuando el diputado, tras haber sido expulsado del salón de sesiones, se negare a abandonarlo”, como hizo Sánchez.

El 106, por su parte, reza: “Cualquier persona que en el recinto parlamentario, en sesión o fuera de ella y fuese o no diputado, promoviere desorden grave con su conducta de obra o de palabra, será inmediatamente expulsado. Si se tratare de un diputado, el presidente le suspenderá, además, en el acto en su condición de diputado por plazo de hasta un mes, sin perjuicio de que la Cámara, a propuesta de la Mesa y de acuerdo con lo previsto en el artículo 101, pueda ampliar o agravar la sanción”.

Para el diputado catalán de Unidas Podemos, con Vox “no estamos simplemente frente a comportamientos ofensivos al decoro”, sino que “son insultos muy graves que tienen como objetivo intimidar, generar miedo político, distorsionar las condiciones en que se produce el debate político”. Por lo cual sentenció: “No vamos a tolerar que el Congreso se convierta en un escenario en el que la ultraderecha despliegue su matonismo político de forma impune”.