La sentencia, hecha pública hoy, considera probado que Villón es autor de un delito de robo con violencia y resultado de muerte en grado de frustración, con la concurrencia del agravante de despoblado.

Durante el juicio, celebrado el pasado martes, el acusado manifestó queno tenía intención de hacer daño a Miquel Mas y que sólo quería apoderarse de su dinero para pagar los cuidados médicos de un hijo epiléptico que vive en Perú.

El tribunal rechaza en el fallo este argumento y señala que con el abandono de Mas, que tiene 51 años y una tetraplejia que le produce una incapacidad e inmovilidad absolutas desde la niñez, "era más que previsible su muerte, incapaz de moverse del lugar en que se le ocultó".

La sentencia considera que en los hechos, ocurridos el 19 de julo de 1993, hubo una "voluntad homicida" por las circunstancias, la forma y el lugar del abandono, así como por la ausencia de aviso a familiares o autoridades.

Rafael Villón, de 30 años, trabajaba cuidando a Miquel Mas desde abril de 1993. El 19 de julio del ese año le acompañó a varios bancos a sacar cerca de 4 millones de pesetas con los que tenía que hacer unos pagos en Santa Cristina d'Aro (Gerona).

Cuando se dirigían desde Barcelona a esta localidad, Villón salió de la carretera por un camin de tierra y abandonó a Mas en una zona boscosa de Vidreres.

La policía encontró a la víctima 36 horas más tarde, después de que el peruano fuese detenido en Badajoz cuando intentaba entrar en Portugal para marcharse a Perú. Una vez arrestado, confesó los hechos y pudo ser rescatado Mas.