La lucha de las mujeres por lograr una igualdad real con respecto a los hombres no es algo reciente. Ya en la Antigua Grecia nos encontramos con la lucha de las mujeres por lograr su reconocimiento en la sociedad a través de la obra Lisístrata de Aristóteles que cuenta como Lisístrata comenzó una huelga de sexo contra los hombres para poner fin a la guerra.

Esta lucha de las mujeres tuvo su continuidad en Francia durante la Revolución Francesa de 1789 cuando las mujeres parisinas que pedían libertad, igualdad y fraternidad avanzaron hacia Versalles exigiendo el sufragio femenino. Sin embargo, no sería hasta los primeros años del Siglo XX cuando algunas organizaciones obreras plantearon la necesidad de celebrar este día que en sus orígenes se denominó Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Dicho día se celebró por primera vez el 19 de marzo de 1910 en distintos países como Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, extendiéndose su celebración por distintos países a lo largo del siglo XX. No sería hasta 1975 cuando las Naciones Unidas oficializaron el día 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer.

Juana Ojalvo:

En su salón no faltan las cortinas que ella misma ha elaborado, en su habitación las prendas de ganchillo que le ha hecho a sus nueve nietos y sobre la mesa de su ordenador Los hombres que no amaban a las mujeres, el último libro que está leyendo. Y por si fuera poco, en una carpeta del ordenador guarda con cariño las primeras páginas de sus memorias. Siempre ha soñado con verlas publicadas en un libro de esos como los que ella suele leer. Juana Ojalvo es ciega pero su discapacidad más que cerrarle puertas, se las ha abierto, sus ganas de vivir y aprender hacen que a sus 79 años tenga el mismo espíritu que a los 50.

Cada día, Juana se levanta, prepara el desayuno, y colabora con la ONCE y con la Pastoral de prisiones de las que es voluntaria. Después prepara la comida junto a su marido y dedica la tarde a la costura: Vestidos, manteles, etc. Está orgullosa de sus obras con el hilo y la aguja. Así nos lo hace saber cuando nos enseña unos vestidos que ha confeccionado para su biznieta. "Después leo mi correo electrónico, escribo mis memorias, aunque no todos los días porque en el ordenador hay mucho 'enredo', hago la cena, lo normal".

Es de conversación amena y tranquila. Las experiencias vividas le hacen tener un criterio muy formado de lo que implicaba ser mujer hasta no hace muchos años: "Las cosas han cambiado muchísimo ya que antes las mujeres permanecían sometidas al hombre, bien fuera el padre o el marido cuando decidían casarse, ahora las cosas han cambiado pero yo pertenecía a las Juventudes de Acción Católica desde donde se luchaba, entre otras cosas, por promocionar a la mujer en la sociedad. Cuando la mujer tenía algún tipo de discapacidad esta dependencia se acrecentaba aún más, ya que era difícil incluso que tuviera la oportunidad de casarse y formar una familia. Gracias a la lucha de tantas mujeres hoy día podemos tener voz y voto que es lo más grande que puede haber, antes había mujeres que ni siquiera se sentaban en la mesa con sus padres".

Pese a que el acceso a la educación para una mujer en aquella época era muy complicado, ella sí pudo estudiar: "había escuelas sólo para niñas y tengo algunos recuerdos malos porque me pilló la guerra en mi etapa educativa, aún recuerdo que en un bombardeo que tuvo lugar en Cáceres en julio de 1937 falleció mi hermano al dirigirse a las Escuelas de la Santísima Trinidad que se encontraban en el casco antiguo. Por aquel entonces, si no recibían formación las mujeres sin discapacidad, ¿iban a recibirla las mujeres con dificultades? De todas formas una vez que la ONCE comenzó a desarrollarse como institución sí que se avanzó algo en materia educativa".

Se interesó en seguir aprendiendo e ir a la Universidad, aunque no le fue posible pues en aquella época estaba muy mal visto que una mujer cursara estudios superiores. Pese a ello, gracias a la ONCE aprendió braille y pudo obtener el certificado en estudios primarios.

En el ámbito laboral, opina que se ha mejorado mucho aunque quede camino por recorrer: "Las mujeres con discapacidad no tenían ninguna oportunidad laboral ni social en mi época, tan sólo la ONCE ofrecía algún tipo de alternativas con la venta del cupón y más adelante como telefonistas. No existían derechos laborales para las mujeres en aquella época y cuando una mujer con discapacidad o no, se quedaba embarazada inmediatamente era despedida. Fuera de la ONCE no había ninguna oportunidad. Las chicas con otras discapacidades estaban encerradas en sus casas y cuando la discapacidad era leve ayudaban a sus madres en sus tareas domésticas".

Entiende que en las reivindicaciones no hay que separar a las mujeres con discapacidad del resto de mujeres: "Contamos con una legislación que nos defiende como mujeres y como personas con discapacidad, pero a pesar de todo aún siguen existiendo determinados prejuicios a la hora, por ejemplo, de contratar a una mujer discapacitada. Es injusto pero es así".

Sus recuerdos la llevan a la época en que desde Acción Católica ayudó a mujeres en la defensa de sus derechos: "Me quedo con valores como la solidaridad y la lucha obrera católica desde la clandestinidad o la capacidad de adaptación, ya que yo, a pesar de perder la vista, jamás dejé de hacer mi vida ni de ayudar a los demás. Lo único que tuve fue que adaptarme y gracias a mi capacidad, a las Juventudes de Acción Católica, a mi marido y a la ONCE, soy hoy lo que soy".

Susana Rodríguez:

Nacida en Vigo el 4 de marzo de 1988, Susana Rodríguez es fisioterapeuta, estudiante de medicina y deportista. Su discapacidad visual es debida al albinismo congénito que padece, pero que nunca le ha impedido lograr las metas que se ha propuesto. Tras estudiar fisioterapia en Pontevedra, actualmente cursa tercero de medicina en la Capital de Galicia, donde comparte piso con otros estudiantes y disfruta del ambiente universitario de la ciudad.

Como deportista ha conseguido grandes logros a nivel internacional en atletismo y paratriatlón, además de varias condecoraciones por la consecución de los mismos, entre otras, el reconocimiento como mejor deportista gallega con discapacidad en los años 2007 y 2011.

Empezó practicando atletismo y natación. Al poco tiempo, dejó la piscina y se centró en las pistas. Comenzó a entrenar con nuevos compañeros en el Centro de Tecnificación Deportiva de Pontevedra. Con esfuerzo, comenzaron a aparecer resultados notables: A nivel internacional logró la medalla de plata en los cien metros lisos en el Mundial sub 19 celebrado en Colorado Springs (Estados Unidos) y en 2006, en la ciudad holandesa de Assen, obtuvo dos oros, tanto en los cien como en los cuatrocientos metros. En triatlón consiguió un oro y un bronce en las Series Mundiales de Londres (2010 y 2011), además de la primera posición en el mundial de duatlón de Gijón.

Los días de Susana están cargados de vitalidad: "Me levanto temprano, a las 08:00, estudio en casa o en la biblioteca, a veces tengo prácticas por la mañana, después hago una hora de entrenamiento, como, tengo clase de tarde, aproximadamente durante 4 horas, vuelvo a entrenar otra hora u hora y cuarto, que es la parte que hago de natación con el equipo de la universidad. Ceno y después tengo un rato de ocio antes de irme a dormir. A veces, también salgo de fiesta porque es una parte de la vida del estudiante que es necesario tener".

Aunque no se ha visto discriminada por su discapacidad, sabe que estas situaciones siguen ocurriendo en la actualidad. Hace referencia a las estadísticas y señala que hay una diferencia porque el porcentaje de desempleo es mayor entre un hombre y una mujer, así como entre una mujer y una mujer con discapacidad: "Debería haber mayor concienciación para promover la igualdad de los salarios si un hombre y una mujer realizan el mismo trabajo. En cuanto a la conciliación de la vida familiar y laboral, alguien tiene que cuidar a los niños, y se queda normalmente un familiar a su cargo. Por eso es importante que pudiese haber una jornada laboral más reducida durante los primeros años, y que hubiese más facilidades para acceder a guarderías públicas".

Tras mencionar el empleo, Susana hace un inciso para referirse a que en las universidades y empresas los cargos más elevados estén ocupados fundamentalmente por hombres: "Hay un porcentaje muy bajo de mujeres en cargos directivos, eso es porque los directivos de las empresas en muchos casos presentan una edad avanzada y en esa época estudiaban más hombres que mujeres, pero ahora cada vez hay más mujeres estudiando por lo que esta tendencia se irá invirtiendo poco a poco, de todas formas, este es sólo un factor, importante pero no determinante".

En el ámbito deportivo, las diferencias también son notables en su opinión: "En la gran mayoría de deportes hay muchas más licencias masculinas que femeninas. Hay muchos más equipos para competir en ligas de hombres que de mujeres. Cuando una mujer quiere acceder tiene menos oportunidades. Si hablamos de deporte femenino con discapacidad, hay mucha menos oferta y por consiguiente, menos equipos. Por ejemplo, en la disciplina deportiva que practico, me encuentro con muchas dificultades para contar con una guía, pese a que considero que es uno de los deportes más igualados".

Ambas destacan la importancia de la superación de las mujeres con discapacidad. Para Juana, "la mujer es como una vasija, que se va formando moldeándose a sí misma, siempre que se encuentre perdida debe levantar los ojos para buscar una salida y seguir formándose como persona y como mujer para salir adelante". Susana, por su parte, hace hincapié en la necesidad de pelear para superar los momentos malos, ya que con trabajo y esfuerzo llegarán tiempos mejores. "Si luchas puedes perder, pero si no lo haces ya has perdido".