Así lo desvela el ‘Informe de Hallazgos: Bienestar Emocional y Vulnerabilidad’, que la Fundación Cruz Roja Española publicó este jueves y que identifica el bienestar emocional como un “desafío estructural” del siglo XXI, la tecnología como “elemento de doble filo” y la importancia de la cohesión social y la convivencia en una sociedad “diversa”, tal y como apuntó la fundación en un comunicado.

El informe de la Fundación Cruz Roja Española muestra que el bienestar emocional disminuye sensiblemente cuando coinciden tres o más factores de vulnerabilidad y que los más críticos son el aislamiento social, la violencia y las condiciones socioeconómicas desfavorables.

A este respecto, la presidenta de la Fundación Cruz Roja Española y de Cruz Roja Española, María del Mar Pageo, afirmó que el bienestar emocional “es uno de los grandes retos de nuestro tiempo y es un indicador clave del progreso de una sociedad”. “Hoy ese bienestar se ve condicionado por factores como la soledad no deseada, las brechas tecnológicas o la situación de precariedad”, agregó, convencida de que el bienestar “no es un asunto individual, sino que se trata de una cuestión profundamente social que requiere de miradas integrales y un compromiso compartido por toda la sociedad”,

La salud mental, por su parte, aparece como un “factor transversal” al resto de situaciones, sobre todo entre menores de 50 años y, según el informe, en España, el 34% de la población experimenta algún problema de salud mental, con la ansiedad, los trastornos de sueño y la depresión como los principales motivos de consulta.

En algunos casos, las largas listas de espera provocan la ‘medicalización de la pobreza’, esto es, para aliviar la espera, se recurre a una solución rápida, los fármacos, que producen alivio inmediato, pero no atajan las causas estructurales, según la fundación.

POBREZA

Además, se da la llamada ‘transmisión intergeneracional de la pobreza’, dada la “fuerte asociación” entre las condiciones de vida de los progenitores con la de sus hijos y, según el estudio, el malestar se agrava, también, por género, edad, origen o discapacidad, ya que las mujeres jóvenes, por ejemplo, duplican la probabilidad de padecer ansiedad, o las personas migrantes de enfrentar aislamiento social o discriminación.

El empleo puede ser también una causa de pérdida de bienestar emocional, ya que el estrés, la temporalidad y los bajos salarios afectan a toda la unidad familiar y condicionan las trayectorias futuras.

La soledad no deseada es uno de los factores, también, que influyen negativamente en el bienestar emocional y, según el informe, en España, el 16% de la población se siente sola o poco acompañada y el 17% está “poco o nada integrada” en la comunidad.

La soledad no deseada afecta especialmente a personas que viven solas (36-65 años), hogares monoparentales y personas jóvenes que comparten piso. Además, se agrava al experimentar dificultades de salud mental y se produce una retroalimentación entre aislamiento y malestar emocional.

Las crisis vitales como las rupturas de pareja, pérdida de familiares, aparición de enfermedades o pérdida del empleo, entre otras, también “disparan” el sentimiento de soledad no deseada, a lo que se suma el “estigma” y la “vergüenza” como “principales barreras a la hora de pedir ayuda”.

Las redes comunitarias y los espacios grupales, así como el acompañamiento profesional, son, a su juicio, “cruciales frente a la soledad no deseada”.

EXCLUSIÓN Y ODIO

El estudio de la Fundación Cruz Roja Española señala otras cuestiones, como la exclusión que sufren las personas migrantes, que agravan su situación de vulnerabilidad y a las “narrativas mediáticas extremistas y ciertos discursos de odio” que sitúan el problema en personas y colectivos especialmente vulnerables, “desviando así el foco de la precariedad estructural que puede afectar a cualquier persona”.

Por otro lado, subraya que las personas jóvenes atraviesan situaciones de ‘soledad no percibida’, debido a la hiperconexión, que, según la fundación, “genera ilusión de control, pero acentúa la ansiedad cuando la red falla”. Además, la ansiedad afecta especialmente a menores de 30 años, si bien, son las personas jóvenes quienes menos dificultades tienen a la hora de pedir ayuda.

El estudio de la Fundación Cruz Roja Española concluye con una serie de recomendaciones que, a su juicio, “de aplicarse, permitirían mejorar sustancialmente la situación de bienestar emocional y la crisis de salud mental”. Entre otras, la creación de currículos obligatorias de “alfabetización emocional” a lo largo de todo el ciclo vital; reforzar “urgentemente” la atención a la salud mental en el sistema público de salud, apostar por el deporte, la cultura o el voluntariado como ‘recetas sociales’, entender las políticas de protección económica como intervenciones de salud pública; mejorar el acceso universal a la Sanidad o realizar campañas contra la aporofobia y los discursos de odio.