(REPORTAJE)

Mayores en buena compañía

- Programa de acompañamiento de Solidarios para el Desarrollo

MADRID
SERVIMEDIA

Además de los achaques propios de la edad, muchas personas mayores se ven obligadas a enfrentarse a un mal en ocasiones más perjudicial: la soledad. La ONG Solidarios para el Desarrollo puso en marcha en 1991 un programa de acompañamiento que aún hoy sigue ayudando a combatirla.

A sus casi 80 años, Rosa vive sola en la misma casa del madrileño barrio de Moncloa donde se instaló su familia, allá por el año 1940. Es un último piso, pero gracias a que hay ascensor ha podido seguir allí, de otro modo no podría subir la escalera ya que sufre problemas de movilidad debido a una neuropatía provocada por su diabetes.

"No me casé y no tuve hijos, pero mis hermanos sí. Tengo siete sobrinos en Madrid, lo que pasa es que cada uno hace su vida, así que no nos vemos mucho”, explicó a 'Perfiles', revista de actualidad sobre temas sociales que edita la ONCE, esta mujer que trabajó como administrativa durante toda su carrera profesional y es una de las muchas personas mayores que viven solas en España.

Hace unos meses, Rosa sintió la necesidad de tener algo más de compañía y acudió al programa de acompañamiento de la ONG Solidarios para el Desarrollo. Ahora dos voluntarias de esa ONG la visitan un día a la semana. Una de ellas es Laura, que estudia segundo de Trabajo Social y le dedica a Rosa las tardes de los martes. Unas veces se quedan en casa, meriendan juntas, charlan y ven televisión. Otras bajan a dar una vuelta por el barrio, “sobre todo cuando hace bueno, porque si llueve me da miedo resbalar. Para mí es como si fuera una nieta. El voluntariado es una cosa magnífica. No tengo palabras para explicar lo bueno que es”, subraya la anciana.

Laura supo del programa de acompañamiento de mayores de Solidarios para el Desarrollo gracias a una de las charlas informativas que la ONG organiza en universidades para darlo a conocer a los alumnos, una experiencia “muy relacionada con mis estudios con la que estoy aprendiendo mucho”, dice. Esta iniciativa empezó a funcionar en 1991, según explica Álvaro Crespo, que lleva más de ocho años coordinando el programa. “Entonces los voluntarios eran en su mayoría universitarios, ahora la mitad son personas más jóvenes o de más edad, tanto en activo como desempleados”, añade.

AFINIDAD Y ACEPTACIÓN

En opinión de Crespo, el hecho de que la soledad sea uno de los principales problemas de los mayores en España se debería a que “en nuestra sociedad el envejecimiento no está bien aceptado. Por eso hay que crear espacios donde se luche contra el estigma por edad, como hace el voluntariado”, señala Crespo.

Para este experto, la clave de que programas de acompañamiento como el que ofrece su ONG sean satisfactorios es que exista afinidad entre los voluntarios y los mayores a los que visitan. Si no es así "es fundamental que haya sinceridad por ambas partes y nos comenten si existe algún problema”, ya que si el acompañamiento no está funcionando bien, Solidarios para el Desarrollo ofrece los cambios necesarios.

Otro requisito indispensable es que la persona mayor esté de acuerdo, “no vale con que un hijo o su médico consideren que les vendría muy bien el acompañamiento”, subraya Crespo, quien reconoce que muchos ancianos son reticentes en principio a participar en iniciativas como ésta, pero una vez lo hacen, “la mayoría se alegra”. Este apoyo es un complemento, nunca un sustituto de los servicios sociales, la teleasistencia y la ayuda a domicilio con las tareas cotidianas y del hogar, agrega el coordinador del programa.

También es fundamental para el éxito que voluntario y persona acompañada residan en la misma zona.

POR VOCACIÓN

Pasar tiempo con personas de edad es algo que Felipe hace con gusto desde que era niño. “Mis padres eran muy mayores y también solía visitar a mis tías porque me encantaban las cosas de sus tiempos que me contaban”, asegura este cacereño de algo más de 40 años que colabora como traductor para una ONG de Madrid.

Por eso, hace un año decidió colaborar con el programa de acompañamiento de Solidarios para el Desarrollo, dedicando parte de su tiempo libre a Demetrio, un octogenario del madrileño barrio de Tetuán. “En esa habitación nací yo”, dice el anciano, señalando una de las puertas del diminuto salón de su casa. “Aquí hemos vivido hasta 16 personas”, añade.

Demetrio tiene una insuficiencia respiratoria que le obliga a llevar bombona de oxígeno. “He fumado mucho”, reconoce, y también ha trabajado duro. Por eso, si hace mal tiempo la tarde que le visita, Felipe se suele quedar en casa charlando con él. “Me suele contar un montón de cosas de sus amigos y de sus amoríos. Es muy gracioso, me río mucho”, asegura el voluntario. Si hace bueno, Felipe le ayuda a salir a la calle con su silla de ruedas a dar un paseo. “A veces me pide que le lleve al banco para hacer alguna gestión", explica.

Los mayores que viven solos como Demetrio valoran mucho la compañía de los voluntarios que les acompañan “porque les ayuda a paliar su soledad. Es una forma de generar autonomía en el mayor para que sea capaz de ‘coger las riendas’ de su propia vida”, señala Álvaro Crespo.

Debido a su estado de salud, Demetrio recibe a diario la visita de su enfermera de la Seguridad Social y de los profesionales de asistencia a domicilio, que le ayudan con el aseo y todas las labores del hogar. La comida se la traen del centro de jubilados cercano. “En alguna ocasión nos ha pedido que le busquemos una residencia, pero luego cambia de idea y nos dice que prefiere seguir en su casa. El 90 por ciento de los mayores en nuestro país quiere envejecer en su hogar”, concluye Álvaro Crespo.

(SERVIMEDIA)
10 Mayo 2015
LVR/caa