En aquel momento el partido afrontaba la búsqueda de su propio liderazgo tras la mayoría absoluta lograda por José María Aznar y tras la bicefalia de Joaquín Almunia y Josep Borrell al frente del PSOE. “No estamos tan mal”, dijo Rodríguez Zapatero al subir a la tribuna.

El presidente no quiso concretar ese lapso de tiempo en el que los socialistas comprobarán que están mejor y tampoco mencionó nada sobre si será de nuevo candidato a las elecciones, en aplicación de su propia convicción de que los tiempos políticos son un valor en sí mismo.

Diez años después de aquel 35 Congreso, en su peor momento de respaldo ciudadano por el desgaste de la crisis económica, Rodríguez Zapatero defendió ante los suyos que apenas hay “un pequeño paréntesis” en un proyecto marcado por la pretensión de avanzar en el estado del bienestar y en la profundización de la democracia y la convivencia.

Si es optimista, reiteró, no es porque desconozca las dificultades, sino porque es muy consciente de las potencialidades de España y de los españoles, y se mostró por ello convencido de que los socialistas sabrán trazar una “espiral positiva” que renueve la confianza de la sociedad en ellos.

De aquel día del 35 Congreso recordó “la alta termperatura política” de la sala en la que se elegía al secretario general en medio de una disputa “democrática, limpia, propia de un gran partido” que protagonizó frente a José Bono, presente en el acto, al que quiso dar expresamente “un abrazo más fuerte que nunca”.

Diez años después agradeció “la lealtad, la unidad y la cohesión” demostrada por el PSOE, propia del partido del que aprendió el carácter “de sacrificio, de la lucha, de saber levantarse cuando uno se cae, de saber superar las dificultades”.

Subrayó sus cuatro años de “oposición útil” en los que no intentó ganar al PP “con las críticas más aceradas o las descalificaciones más fuertes”, sino que lo consiguió “con propuestas, coherencia, credibilidad, ofreciendo un futuro, un rumbo distinto” que llegó en 2004.

De esa noche electoral recordó el “no nos falles” que le gritaron en la calle nada más ganar las elecciones. “No fallamos”, aseguró, porque la primera decisión del Gobierno fue retirar las tropas de Iraq, y se aplicó “el socialismo de los ciudadanos” centrado en extender derechos, cultivar la democracia.

En aplicación de esa convicción democrática y de aceptación de la crítica, subrayó que los socialistas “siempre hemos sabido aceptar las críticas y las huelgas”, como la convocada por los sindicatos para el próximo mes de septiembre, y fue en ese punto en el que dijo a sus compañeros que el diálogo “siempre empieza de nuevo” tras esos obstáculos.

Rodríguez Zapatero recordó algunas de las grandes leyes aprobadas en la primera legislatura gracias a una bonanza económica que permitió distribuir riqueza y extender derechos, y que “perdurarán” en la historia de España. “Siempre fuimos fieles, y hoy es bueno resaltarlo, a lo que somos como partido”, proclamó.

Después de la polémica por la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña, recuperó la idea de que el PSOE es el partido “que más se parece a España” porque está en todo el territorio, habla todas sus lenguas y abraza todas sus banderas, y porque la convivencia es “su destino del pasado, la tarea del presente y el compromiso del futuro”.

Donde haya un socialista habrá un actor a favor de la convivencia, aseguró, porque el PSOE asume los problemas y se hace cargo de ellos “aunque hayan sido otros los que lo han provocado” y porque su gran objetivo es la integración “de la España plural, que es la España real, diversa, de diferentes, pero de iguales en derechos y libertades”.

Con ese gran objetivo el PSOE ganó las elecciones generales de 2008, subrayó, y la capacidad de afrontar reformas permanece “intacta” sobre la base de que las más difíciles a corto plazo pueden ser las más necesarias y también las que más beneficios reporten al país a largo plazo, como la que ahora se está concretando para el mercado laboral.

La visión que el PSOE debe aplicar ahora, aseguró, es la de “larga distancia”, la que siempre tenía Alfonso Perales, destacado socialista fallecido hace unos años al que recordó expresamente para reclamar el espíritu necesario para afrontar dificultades como las actuales.

Los socialistas conmemoraron los diez años de Rodríguez Zapatero en un acto austero en su sede federal ante los miembros de las ejecutivas y gobiernos de esa etapa y con muy contadas ausencias, como la del ex vicepresidente Pedro Solbes; el ex presidente del Congreso Manuel Marín; o los presidentes autonómicos José Montilla, Patxi López o Guillermo Fernández Vara.