En la rueda de prensa e presentación de la Jornada por la Vida, que la Iglesia Católica celebra este domingo bajo el lema "Bendito el fruto de tu vientre", el obispo de Castellón, Juan Antonio Reig, recordó que la sociedad necesita leyes que protejan la vida humana, "y no leyes que, en nombre del progreso, la destruyan".

En este sentido, y respecto a la intención de PSOE e IU de ampliar los supuestos que recoge la ley del aborto, señaló que "me produce una profunda tristeza el que los partidos de izquierda no sean más sensbles a la vida humana". Asimismo, les instó a reconsiderar cuál es el bien social por naturaleza y les recordó que ampliar la ley del aborto "no es el verdadero progreso".

En consecuencia, advirtió a los católicos de que lo que buscan unos y otros partidos políticos en el tema del aborto sí es determinante en conciencia a la hora de votar y, aunque reconoció que no hay ningún partido que recoja exactamente el espíritu de la Iglesia en esta cuestión, reclamó a los católicos que se decidan por las fuerzs políticas que recojan "el mal menor", es decir, por los que no quieren ampliar la ley del aborto.

"HOLOCAUSTO SILENCIOSO"

Según las cifras que maneja la Conferencia Episcopal, en España se realizan 50.000 abortos al año, a lo que hay que añadir los que se producen mediante el sistema de contracepción de emergencia, la píldora del día siguiente, "que es una trampa más para destruir la vida". Todo ello, dijo monseñor Reig, es un "holocausto silencioso".

Por otra parte, monseñor Reig, quien tambén es presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida, subrayó la necesidad de celebrar esta Jornada por la Vida debido a la "amenaza" que suponen cuestiones como el aborto y la eutanasia.

Añadió que, ante esta "cultura de la muerte" en la que la sociedad está inmersa, la Iglesia quiere apostar por la vida humana por tres razones. En primer lugar, señaló, porque toda persona humana es única e irrepetible, incluidos los embriones; porque una libertad que se utiliza para dstruir una vida humana es una libertad "tiránica y despótica", y, por último, porque el quinto mandamiento dice "no matarás".