Lo hizo a través de un comunicado en el que subrayó que la asonada militar ha provocado que Níger viva su “peor crisis en la última década, con 4,3 millones de personas que necesitan apoyo humanitario, la mayoría mujeres, niños y niñas”.

De este modo, la organización alertó de que “la malnutrición aumenta y hay una alta necesidad” de que sus labores “no se paralicen”.

Acción contra el Hambre reconoció que algunos de sus trabajadores han sido repatriados por motivos de seguridad, aunque dejó claro que continúan las funciones del personal local y a través del trabajo remoto.

La organización destacó que el golpe de Estado ha coincidido con una situación muy precaria en Níger, marcada por una estación de lluvias tardía y largos periodos en los que se intercalaron sequía e inundaciones.

Acción contra el Hambre trabaja en el país africano desde una “perspectiva holística”, enfocándose en agua, saneamiento e higiene; seguridad alimentaria y medios de vida, y nutrición y salud.

En ese sentido, sus equipos se han centrado en mejorar el acceso a atención primaria, salud sexual y reproductiva y en prevenir la desnutrición infantil. También han construido pozos para democratizar el acceso al agua potable, han rehabilitado letrinas y han distribuido alimentos, kits de semillas y dinero en efectivo a personas vulnerables en periodos de escasez.