La idea original que inspiró el libro de Schommer "El viaje" era mirar la ciudad de Madrid desde los ojos de un adolescente que llegase por primera vez a la capital en el tren de alta velocidad y contemplase fascinado la escenografía caótica y exhberante de una gran urbe.

"Pero Schommer ha hecho algo más que cambiar de rol detrás de la cámara", señaló Castellote, "con la excusa de transmutarse en un joven de veinte años, aborda uno de los planteamientos más áridos y difíciles de la fotografía de reportaje: la vida diaria de nuestros vecinos, el entorno cotidiano".

El resultado de este ensayo fotográfico es una colección de imágenes de gentes, edificios, bares y monumentos vistos a través de las ventanillas de los taxis y autobuses, incorprando el ritmo de los paseos, el movimiento, la velocidad y las interferencias que filtran y enmarcan la coreografía diaria de una ciudad como Madrid.

"Los encuadres están desprovistos de guiños estéticos de postal y apuestan por la frecura y la espontaneidad", según el comisario, "y Schommer abandona las barrocas escenificaciones de sus retratos psicológicos para desarrollar un lenguaje visual más arriesgado y dejar en los ojos del espectador la complicidad y la sorpresa de reinventar escenas mil vecs vistas por miles de personas".