Durante las jornadas organizadas por "The Economist" en Madrid acerca de "La identidad del euro: ¿realidad o utopía?", Amusátegui apeló a los gobiernos de la UE para que dejen de poner trabas a los procesos de alianzas financieras transnacionales, en las qu su propio banco se ha visto inmerso.

"Si los Estados europeos decidieron libremente poner en marcha el proceso de la Unión Monetaria es porque creían en él", indicó, para añadir que "se hace necesario avanzar con decisión en la eliminación de los obstáculos que puedan dificultar la implantación de un único espacio financiero europeo".

El presidente del BSCH hizo referencia a dos tipos de obstáculos, los de "naturaleza jurídica, técnica, contable y fiscal o de procedimiento, regulación y supervisón", por un lado, y "las dificultades derivadas de las actitudes y comportamientos equivocamente guiados por una errónea percepción de la supremacía de los intereses nacionales".

Amusátegui quiso ser aún más claro, y agregó que "las actitudes y comportamnientos más o menos encubiertos de proteccionismo nacional están dificultando que los ciudadanos europeos obtengan todos los beneficios derivados del mercado financiero único, y con ello restan legitimidad y apoyo social al proyecto europeista".

IMPUSO POLITICO

Antes, el representante del BSCH había hecho referencia a la actual debilidad del euro, y había señalado que, hasta el momento, la nueva moneda apenas ha añadido valor simbólico a la Unión Monetaria y "apenas ha aumentado la sensación de pertenencia a un proyecto común".

También se refirió al encarecimiento del petróleo como un factor que contribuye aún más a esa debilidad, ya que el mercado de crudo se gestiona mayoritariamente en dólares, lo que eleva la demanda de la divisa norteamricana frente a la europea.

Amusátegui dijo que "los mercados nos avisan con su comportamiento que la integraqción europea está lejos de su culminación", y agregó que también demandan "importantes decisiones políticas" que impulsen el proceso de unificación europea, frente a los riesgos crecientes de actitudes políticas dispares de los estados miembros compliquen la solución al problema.