Hernández señaló en rueda de prensa que, se llame burbuja o no, existe un fuerte sobreprecio de la vivienda en España y hay riesgo de que estalle en forma de brusca caída de precios en tres o cuatro años o de que no estalle y se produzca un aterrizaje suave de los precios hasta el año 2016.

La solución pasa, a juicio de los arquitectos, por acabar con el intervencionismo de la Administración local en materia de suelo, fuente de financiación de los ayuntamientos y que está causando "perjuicios tremenos" en forma de un endeudamiento "insoportable" de las familias y deterioro del medio ambiente, sobre todo costero.

"Se demuestra que ni las medidas más liberalizadoras de después de 1998 son suficientes y que desgraciadamente hoy estamos viviendo un ejemplo (la crisis de la Asamblea de Madrid) de cómo el negocio inmobiliario está basado en esa competencia sobre el urbanismo que tienen los ayuntamientos y que necesita una urgente revisión", apuntó el presidente de los arquitectos.

Hernández no ve sin embargo, que haya "voluntad política" para separar la planificación urbanística de la financiación de los ayuntamientos y propiciar una liberalización profunda del suelo.

BURBUJA

Como los teóricos han puesto de manifiesto, una burbuja es percibida como tal sólo cuando explota, según señaló en rueda de prensa Ricardo Vergés, arquitecto autor del informe de coyuntura del consejo.

El fenómeno de la burbuja económica ha sido estudiado desde hace 30 años y en el caso de la vivienda sólo necesit dos elementos, según Vergés: dinero y creencia de que la vivienda siempre subirá. Para los arquitectos existe claramente burbuja inmobiliaria porque el incremento de los precios de la vivienda es "exagerado" y no se detiene el ritmo de la construcción.

Si continúan vendiéndose casas pese a todo, según Hernández, es porque se han juntado la falta de viviendas sociales y en alquiler con ayudas fiscales, tipos bajos de interés y una Bolsa sin atractivo para muchos inversores.

En definitiva, frentelo que sucede en el resto de Europa, excepto Holanda e Irlanda, en España "todo el ahorro se ha ido a eso, cuando se podía dedicar a sectores o a valores que tuvieran mucha más rentabilidad social, más valor añadido económico o más valor tecnológico o de innovación", subrayó Hernández.