"Si esta impresión respondiese a la realidad, aunque ésta se apoye en interpretaciones legales, la situación sería muy grave, porque se estaría incitando de manera implícita a toda la sociedad a la desconfianza acerca de la justicia", afirma.

Asimismo, destaca que "la sociedad tiene la sensación d que se trata con más suavidad a los delincuentes de guante blanco o a los transgresores famosos, aunque lo defraudado sean centenares de millones, que a los transgresores pobres".

Según el prelado, la tentación de caer en el fraude se hace más grave y seductora cuando la corrupción salpica a miembros significativos de la sociedad, "porque se percibe el mensaje de que actúan amparados por el poder o por su posición social".

Delicado Baeza señala la necesidad de que la sociedad recupere "la salud oral con una regeneración ética en todos los órdenes", con el único objetivo de acabar con el fraude y sus ramificaciones delictivas.