Así lo reclamó en un comunicado en el que recordó que la utilización de ambos artículos “sin las debidas cautelas” puede ocasionar “importantes problemas” incluyendo quemaduras o mutilaciones, “al margen de resultar un peligro de incendio”.

“Por ello es conveniente hacer un buen uso de este tipo de artículos”, advirtió, para subrayar que los establecimientos que los venden “tienen una serie de obligaciones a cumplir”, requisitos tanto para los fabricantes, como para los importadores y los vendedores.

Tras explicar que estos productos cuentan con una clasificación en función de su “peligrosidad”, de la 1 a la 4 de menor a mayor riesgo, informó de que los locales autorizados solo podrán vender las tres primeras categorías, ya que son artículos de “baja o media peligrosidad” que pueden ser utilizados por los consumidores en general. Los de cuarta categoría son considerados de “alta peligrosidad” y solo pueden ser manipulados por profesionales.

En cuanto a edades para su compra, para la adquisición de los de primera categoría la edad mínima es de 12 años; la venta de los de la segunda se autoriza para los mayores de 16 años y los de la tercera son artículos que solo podrán venderse a los mayores de edad. Estos productos deben llevar el marcado CE y las instrucciones de seguridad en español.