En la sentencia el tribunal considera que "del relato de los hechos declarados probados no se desprende ninguno de los elementos objetivos y subjetivos de los delitos de torturas y del delito de injurias por los que venían acusados los agentes policiales, por lo que procede dictar sentencia absolutoria".

El tribunal señala que las erosiones constatadas por el médico forense en el brazo, codo, espalda y estómago de uno de los denunciantes, José Ignacio Eguiluz,detenido por dos de los policías encausados, tuvieron su origen en el intento de huida del arrestado, tras descubrirse un "zulo" con armas y explosivos en la localidad vizcaina de Zarátamo. Asimismo, afirma que se aplicó la fuerza en la detención para reducir su resistencia, lo que le provocó las lesiones.

Otros dos detenidos también presentaban lesiones en las muñecas, lo que se debió, según los médicos forenses, a la presión de las esposas. Al cuarto denunciante no se le apreciaron lesiones de ningú tipo.

Los cuatro dnunciantes aseguraron que los policías les maltrataron varias veces y les propinaron glpes por todo el cuerpo, sobre todo en los testículos. Los médicos forenses no apreciaron estas lesiones, tan sólo algunos hematomas en varias partes del cuerpo, aunque no pudieron determinar la fecha en que se produjeron.

La acusación particular calificó los hechos de cuatro delitos de torturas, por lo que pidió diferentes penas para cada uno de los ocho policías encausados y 10 millones de psetas de indemnización por los daños físicos y morales sufridos, a pagar de forma solidaria. El ministerio fiscal había solicitado la libre absolución.