Según explicó este martes el BCE, en concreto la entidad quiere trabajar en estudiar el impacto y los riesgos de la transición a una economía verde, especialmente los costes de transición y las necesidades de inversión asociados, el creciente impacto físico del cambio climático y la forma en que las medidas de adaptación a un entorno más cálido afectan a la economía, y los riesgos derivados de la pérdida y la degradación de la naturaleza, la forma en que interactúan con los riesgos relacionados con el clima y cómo podrían afectar a las actividades del BCE a través de su impacto en la economía y en el sistema financiero.

Para hacer frente a estos objetivos, el BCE aplicará diferentes medidas como intensificar su trabajo sobre los efectos de la financiación de la transición, las necesidades de inversiones verdes, los planes de transición y la forma en que la transición ecológica afecta a diversos aspectos de la economía como el trabajo, la productividad y el crecimiento.

Además, el BCE estudiará, en el marco de su mandato, la conveniencia de introducir nuevos cambios en sus instrumentos y carteras de política monetaria a la vista de esta transición.

El banco central, asimismo, llevará a cabo un análisis más detallado del impacto de los fenómenos meteorológicos extremos en la inflación y en el sistema financiero, así como de la forma en que este impacto puede integrarse en los escenarios climáticos y en las proyecciones macroeconómicas.

También evaluará el posible efecto de la adaptación, o de la falta de ésta, al cambio climático en la economía y en el sector financiero, incluidas las necesidades de inversión conexas y la brecha de la protección de los seguros.

Igualmente, pondrá en marcha su octavo programa de gestión ambiental para apoyar la consecución de sus objetivos de reducción de las emisiones de carbono para 2030.

La decisión de intensificar los esfuerzos en estos ámbitos sigue a la valoración realizada por el BCE de sus medidas climáticas desde el lanzamiento de su agenda climática 2022 y a un ajuste de su plan de trabajo a la luz de las “condiciones cambiantes y de las mejoras en la disponibilidad de datos y de las metodologías”.

Los trabajos previstos para estas áreas complementarán las medidas climáticas que el BCE aplica actualmente en las funciones que desempeña, entre ellas, la política monetaria y la supervisión bancaria.

La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, destacó que “ampliando e intensificando nuestros esfuerzos, podemos comprender mejor las implicaciones de estos cambios y ayudar con ello a reforzar la estabilidad y apoyar la transición ecológica de la economía y del sistema financiero”.