Es la principal conclusión de un informe que ha elaborado CaixaBank sobre la industria turística española, en el que aventura que 2023, tras un comienzo con dudas, arrojará un balance satisfactorio.

“La demanda mantiene el pulso ante el entorno inflacionista y el sector está consiguiendo gestionar la debilidad de algunos mercados emisores tradicionales, como el Reino Unido, que atrae a otros con mayor potencial como Estados Unidos y Latinoamérica. Como resultado, hemos visto que el crecimiento, tanto en volumen como en ingresos, ha sorprendido muy positivamente en la primera mitad de año”, afirman los autores del estudio.

A su juicio, la segunda mitad del año quedará muy marcada por los meses de verano, que pronostican muy buenos, pero advierten de que “de cara a finales de este año y comienzos de 2024, esperamos que el tono del sector cambiará ligeramente y se volverá menos boyante”.

Estos expertos observan varios factores que moderarán el ritmo de crecimiento del sector y que deberían hacerse más patentes conforme nos acerquemos al último trimestre de 2023, como son “el endurecimiento del entorno macrofinanciero, el recrudecimiento de la competencia que planta Turquía al mercado español y la reactivación de los viajes de larga distancia por parte de los europeos –españoles incluidos”.

“De cara a 2024, estimamos que el crecimiento se moderará considerablemente y anotará un avance del 1,5% anual, afectado por los vientos de cara que se le plantean a la industria turística en los próximos trimestres”, añaden.

Con todo, el informe de CaixaBank aventura que el negocio turístico “seguirá creciendo en los próximos años”, gracias a que “continúa encontrando nuevas palancas de crecimiento y porque continúa siendo uno de los sectores turísticos más competitivos del mundo”.

Por otro lado, el informe también hace un análisis de los precios del sector hotelero. Sus datos apuntan a que éstos se encarecieron un 16,8% en 2022 y un 10,2% en los cinco primeros meses de este año.

Las causas de esta carestía están en “la alta exposición a los costes de alimentos, la construcción, la energía y, sobre todo, a los salarios”.