Salud

El cambio horario puede afectar al sueño solo cuando se retrasan los relojes una hora en octubre

- Y no al inicio del horario de verano, según un nuevo estudio

MADRID
SERVIMEDIA

La transición del horario de verano al de invierno durante el último fin de semana de octubre, cuando se retrasan los relojes una hora, se asocia con un breve aumento de los trastornos del sueño, como dificultad para conciliarlo o permanecer dormido.

En cambio, no hay esas dificultades en el cambio del horario estándar al de verano del último fin de semana de marzo, cuando se pasa al horario de verano con el adelanto de una hora en los relojes.

Esa es la conclusión principal de un estudio publicado este miércoles en ‘Neurology’, la revista médica de la Academia Estadounidense de Neurología.

“El sueño juega un papel esencial en el mantenimiento de la buena salud, el estado de ánimo, la cognición, el desempeño laboral y la actividad social, y está influido por el ritmo circadiano, el reloj interno que regula los procesos corporales”, señala Ron B. Postuma, de la Universidad McGill (Canadá) y autor del estudio.

Postuma añade al respecto: “La buena noticia es que las interrupciones del sueño que observamos después del cambio al horario estándar fueron breves y ya no fueron evidentes dos semanas después del cambio”.

El estudio involucró a 30.097 personas de 45 a 85 años que completaron un cuestionario sobre la duración y la satisfacción del sueño, la capacidad para conciliar el sueño, la capacidad para permanecer dormido y la somnolencia excesiva durante el día.

Las preguntas incluían: ‘Durante el último mes, ¿con qué frecuencia te llevó más de 30 minutos quedarte dormido?’ y ‘Durante el último mes, ¿con qué frecuencia se despertó en medio de la noche o demasiado temprano en la mañana y le resultó difícil volver a dormirse?’. Se consideró que quienes que respondieron tres o más veces por semana a cualquiera de estas cuestiones tenían problemas para dormir.

MÁS SUEÑO EN INVIERNO

Para el cambio al horario estándar en octubre, los investigadores compararon a las personas que completaron el cuestionario una semana antes de la transición con quienes lo completaron una semana después.

Tras ajustar por edad, sexo y ubicación, encontraron que quienes completaron la encuesta una semana después de la transición tenían un 34% más de riesgo de insatisfacción del sueño -con un 28% informando de insatisfacción del sueño- en comparación con un 23% de los entrevistados una semana antes.

Quienes rellenaron el cuestionario una semana después también tenían un riesgo dos veces mayor de dificultad para conciliar el sueño, un riesgo 64% mayor de dificultad para permanecer dormido y un riesgo dos veces mayor de somnolencia excesiva durante las horas de vigilia.

Para la transición al horario de verano en marzo, los investigadores compararon a las personas que completaron el cuestionario una semana antes del cambio con las que lo hicieron una semana después. No encontraron ninguna diferencia en los problemas del sueño, pero sí una disminución de nueve minutos en la duración del sueño una semana después del cambio horario.

Los investigadores observaron cuándo los participantes completaron el cuestionario: primavera, verano, otoño o invierno. Si bien no encontraron diferencias en los problemas del sueño, sí hallaron una pequeña diferencia en la duración del sueño.

Así, las personas que completaron el cuestionario en verano tuvieron la menor duración del sueño, con un promedio de 6,76 horas diarias de sueño. Quienes lo hicieron en invierno dormían más, concretamente una media de 6,84 horas diarias de sueño, esto es, una diferencia de cinco minutos.

(SERVIMEDIA)
03 Mayo 2023
MGR/clc