Las obras sociales han sido siempre realizadas por la Iglesia, agrega, "especialmente cuando la sociedad no tenía conciencia de esos deberes y los Estados no eran suficientemente fuertes". Surgieron "al calor de la caridad cristiana y patrocinados claramente por la institución eclesical", sostiene Tarancón en la revista "Vda Nueva".

El cardenal explica que en la actualidad los Estados han asumido estos servicios, pero "todos están de acuerdo, aun los que fueron más optimistas cuando hablaban del Estado del Bienestar, que la preocupación y la ayuda oficial son, por una parte, insuficientes, y, por otra, no tienen la agilidad necesaria para afrontar eficazmente los nuevos problemas que se van presentando".

Por ello, el cardenal justifica que la Iglesia "no puede dejar, ni dejará nunca, esa atención a los pobres, a ls enfermos, a los marginados" y critica que sea ahora precisamente "cuando, con criterio exclusivista y poco previsor, se están poniendo trabas oficialmente a las obras sociales de la Iglesia".

Añade que muchas veces la Iglesia "tiene que hacer verdaderos heroísmos para mantener las instituciones fundadas" y que, aunque no cree que "exista mala intención" por parte de la Administración, "demuestran una actitud poco reflexiva y un tanto cicatera".

En su opinión, a la sociedad le interesa que todaslas obras existentes "tengan la ayuda indispensable para realizar la labor" y, por tanto, "ayudar económicamente a esas obras que inspira y mantiene la caridad es mucho más eficaz, e incluso rentable, que el exclusivismo oficial".